Por: Ricardo Salgado
En su acostumbrada columna de Diario El Heraldo, escrita con una prosa que busca lucir elegante y hasta filosófico, la abogada directora del Consejo Nacional Anticorrupción, titula su artículo “¿El poder de la mentira o la mentira del poder? Este es un tema fundamental porque habla de dos fenómenos que conjuga con ese manto de apóstol de la institucionalidad que siempre pretende proyectar la togada en cuestión.
Sin ocultar sus intenciones, inicia su escrito citando a Lenin, aunque no especifica de donde la saco. Por aquello de la necesidad permanente de la oligarquía, de quien ella es vocera oficiosa, de no abandonar nunca el expediente anticomunista de la gusanera de Miami, que es la que coordina toda la propaganda de la derecha en el país. La combinación que sigue en los párrafos posteriores hace realmente un enredijo en el que pretende demostrar que mentir es una practica especifica de los políticos y del Estado.
No menciona la tendencia clara de las elites a utilizar sus medios de comunicación, para lanzar cortinas de humo, para mantener activo un muro informativo que enajena a la población, y la aleja en todo momento de la verdad. Escribe esto la señora justo en el momento en que se han descubierto fabricaciones descaradas de fake news contra el gobierno actual, salidas desde los grupos de poder y sus partidos políticos.
Omite la abogada el burdo montaje de una supuesta intervención de un consulado en Texas, todo con el animo de disminuir la imagen de la ministra de finanzas, que se encuentra en la mira de la oligarquía, por su posición patriótica y su incuestionable compromiso con la verdad. Tampoco menciona los laboratorios de noticias falsas y tendenciosas que salen todos los días desde medios y que alimentan redes sociales, canales de televisión, noticieros de radio y portadas de periódicos. Nunca antes la población recibió un bombardeo de falacias, mentiras y embustes, procedentes de empresas comerciales que se dedican al lucrativo negocio de la desinformación.
No se sabe si, por ignorancia o por deliberada omisión, la directora del tristemente celebre CNA, pretende manipular el concepto del poder. No dice que los poderosos (porque ostentan el poder real) son esos exonerados de impuestos por décadas que son capaces de atropellar las decisiones soberanas del pueblo hondureño. Tampoco menciona, ni remotamente, que el poder lo ostentan también los dueños del capital financiero que son dueños de emporios monopólicos y oligopólicos. Nunca menciona que lo que ha existido desde hace muchos años es una plutocracia que nada tiene que ver con la democracia, que utiliza el aparato gubernamental para ajustar las leyes y la fenecida institucionalidad para facilitarle los negocios.
Veladamente cuestiona el hecho de que el gobierno revele constantemente los crímenes interminables de esos que ella llama, con mucha generosidad, “los embaucadores de antes”. Y es que la corrupción sin precedentes de 13 años de dictadura parece no tener efecto en esta mal llamada organización de sociedad civil, cuya dirección incluye a representantes de los grupos de poder que son los beneficiarios de las exoneraciones, los mismos que poseen en su favor la enorme y onerosa carga de deuda publica interna que inicio el infame Micheletti cuando salió con la bravuconada de que no necesitamos a nadie y podíamos vivir aislados para siempre.
Es que la sociedad civil, al estilo Honduras es un invento de los grupos políticos de Estados os que conforman una especie de gobierno en la sombra, que dictan las pautas a los gobiernos, y que en esta administración no han tenido la posibilidad de mangonear a su antojo la realidad del país. Esa sociedad civil, es parte del aparato de la mentira que la señora Castellanos pretende ocultar en su lirico artículo. Son ellos, a quien nadie eligió, que se convierten en jueces y verdugos de los pobres y que llaman populismo a todas las medidas que busquen aliviar la pesada carga que impone el monetarismo criminal.
La falacia de que es la ciudadanía la llamada a velar que los gobiernos no se conviertan en dictaduras, mantiene como base la idea de que ciudadanos existen de varias clases, y a los que ella se refiere no son todos los hondureños, sino el grupito que domina el capital y que se ha hecho rico estafando y explotando a las grandes mayorías, a las que ha llevado a la miseria extrema, en este termino de un siglo. No explica la señora en su articulo que nosotros no vivimos en democracia, sino bajo la dictadura del capital, en la que para lo único que servimos es para consumir, porque cada vez nos alejan mas de la dignidad del trabajo.
Si el poder está concentrado, es en las manos de las 25 familias que controlan el país desde hace varias décadas. Por eso se oponen con todas sus fuerzas a que el gobierno sea soberano, o que encuentre nuevas vías de financiamiento. No es casualidad que mantengan bloqueado el acceso al CAF, menos aún que han invertido cientos de millones de lempiras en la campaña contra la Ley de Justicia Tributaria. Todas las noticias, la pauta, todo tiene precio ¿Por qué no dice la abogada del CNA quien paga esa cuenta?
Es, en cierto modo, cómico, que el CNA hable de que es necesario respetar la pluralidad de ideas, e invoque la tolerancia, cuando ellos son parte de una estructura monstruosa y costosa dedicada a fomentar la desesperanza del pueblo hondureño. No cuestiona a nadie de la banca azul, aunque muchos de ellos son complicas abiertos del mayor saqueo producido en el país desde la invasión de colonial que duro tres siglos.
Son justamente organizaciones como el CNA, y gente como sus voceros, los que hacen necesaria la democratización de los espacios de sociedad civil. Mas del 90% de los hondureños n esta organizado, por lo que su voz no es escuchada en ningún lugar, y ninguna decisión se toma en función de las necesidades reales de las mayorías. Es la posición del gobierno en favor del pueblo, lo que le hace blanco d los ataques incesantes, incluso esos disfrazados de la falsa moralidad de esta gente, que se autoproclaman demócratas, pero no son más que asalariados de la plutocracia que hoy lucha con todo por sobrevivir a costa de la miseria de los demás.