A pocos días de culminar su misión en Honduras, la embajadora de Estados Unidos, Laura Dogu, dejó una serie de declaraciones que, aunque diplomáticas, dejan entrever preocupaciones puntuales sobre el rumbo electoral, económico y de seguridad del país. Sus palabras, lejos de ser un simple balance de cierre, parecen más bien una llamada de atención.
Elecciones: experiencia no garantiza transparencia
Sobre las elecciones primarias del pasado 9 de marzo, Dogu evitó emitir una evaluación directa, pero reconoció fallos visibles.
“No me corresponde hacer una conclusión, pero sí se pudieron ver problemas”, dijo con cautela.
La frase puede leerse como una señal de advertencia, especialmente ante un proceso general que se avecina en noviembre y que exige mayor preparación.
“Honduras tiene experiencia en hacer elecciones exitosas, pero necesita construir un sistema mejor”, agregó, dejando claro que la historia no es garantía de éxito.
Economía estancada y migración constante
En un tono firme, la embajadora remarcó que la falta de empleo sigue siendo el principal motivo por el cual miles de hondureños abandonan el país cada año.
“Hay muchas empresas que quieren invertir, pero no pueden hacerlo solas”, afirmó, apuntando al papel clave del gobierno en generar confianza.
El mensaje es directo: sin una política clara y efectiva que garantice condiciones para la inversión, el crecimiento seguirá siendo una promesa incumplida.
“La inversión no es automática, necesita reglas claras y estabilidad”, remarcó, recordando que el capital extranjero es sensible a la incertidumbre.
Seguridad: una lucha a medias
Dogu también se refirió a la extradición como un mecanismo necesario, no solo para la seguridad de Estados Unidos, sino para Honduras.
“Las personas que violan la ley allá también lo hacen acá”, advirtió.
Sus palabras reflejan la preocupación constante de Washington por los vínculos entre el crimen organizado local y transnacional. Y aunque no lo dijo abiertamente, deja claro que mientras no se fortalezca la justicia interna, Honduras seguirá dependiendo de otros países para combatir a sus propios criminales.
Corrupción, una sombra que no desaparece
En su discurso también hizo referencia al narcotráfico y la corrupción como problemas que requieren soluciones regionales. Pero más allá de eso, su silencio sobre avances concretos en estos temas parece más elocuente que cualquier elogio.
Dogu termina su misión en abril tras tres años en el país. No hubo palabras de celebración ni autocomplacencia. Su mensaje final fue claro: Honduras tiene el potencial, pero no puede seguir aplazando los cambios que necesita con urgencia.
“El mundo está dispuesto a apoyar, pero el impulso debe venir desde adentro”, sentenció.