La tragedia aérea ocurrida en Roatán el pasado lunes 17 de marzo, que dejó un saldo de 12 personas fallecidas, ha puesto en el centro de la atención la seguridad de la aviación hondureña. A medida que surgen nuevos testimonios y se intensifican los rumores, las dudas sobre el mantenimiento del avión de la aerolínea Lanhsa, que se estrelló en el mar cerca de Islas de la Bahía, aumentan.
Fausto Molina, amigo cercano del capitán Luis Ángel Araya, quien comandaba la aeronave y también perdió la vida en el accidente, ha revelado preocupaciones que el piloto había expresado repetidamente. Molina aseguró que Araya, con más de 20 años de experiencia, le compartió su angustia por las recurrentes fallas de mantenimiento en las aeronaves que operaba.
“El capitán Araya estaba preocupado constantemente por las condiciones de los aviones. En varias ocasiones, se negó a volar por temor a fallas mecánicas”, comentó Molina en una entrevista con Noticieros Hoy Mismo.
Conocido por su dedicación a la seguridad, Araya habría tomado decisiones difíciles, negándose a volar aviones que sospechaba podrían presentar fallas. Su compromiso con la vida de sus pasajeros y su equipo era tan firme que, según allegados, siempre antepuso la seguridad antes que la operación de cualquier vuelo.
La comunidad de Roatán, junto con los amigos y familiares de las víctimas, ahora exigen una investigación minuciosa de la Agencia Nacional de Aeronáutica Civil (ANAC) sobre las condiciones operativas de Lanhsa, la aerolínea involucrada. La preocupación se intensifica ante la persistencia de rumores sobre problemas serios de mantenimiento en varias aeronaves nacionales.
Por su parte, Carlos Padilla, jefe de Navegación Aérea de Aeronáutica Civil, defendió el estado de la aeronave, afirmando que esta cumplía con su mantenimiento al día. Sin embargo, las versiones sobre fallas mecánicas siguen generando inquietud, lo que complica la situación. “Hemos activado los protocolos correspondientes para abordar el accidente”, declaró Padilla, sin ofrecer detalles claros sobre los hallazgos.
Este trágico accidente pone en duda la efectividad de las normativas internacionales que las aerolíneas deben seguir para garantizar la seguridad de sus operaciones. Las voces de los afectados se alzan exigiendo transparencia y respuestas.
La noche del lunes 17 de marzo, el vuelo de Lanhsa, con destino a La Ceiba, se cobró la vida de 12 de las 17 personas a bordo, entre ellas el capitán Araya y su copiloto. Aunque las autoridades de Roatán trasladaron a las víctimas sobrevivientes a centros asistenciales en la isla y en San Pedro Sula, la tragedia dejó una profunda marca en la comunidad local.
Los cuerpos de los fallecidos fueron enviados en avioneta a sus familiares, sumiendo al país centroamericano en un doloroso luto.