La capital de Honduras no solo está bajo lluvia, sino también bajo amenaza constante de colapso. Las lluvias de las últimas horas han activado al menos 17 fallas geológicas en el Distrito Central, poniendo en riesgo a miles de familias en barrios asentados sobre zonas de alta susceptibilidad.
El dato fue confirmado por Julio Quiñónez, coordinador del Programa de Adaptación al Cambio Climático de la Alcaldía Municipal, quien advirtió que la saturación del suelo ya alcanza niveles críticos en zonas como Cerro Grande, Villa Nueva y la Nueva Oriental en Tatumbla, donde ya se han reportado deslizamientos y colapsos.
“Estamos llegando a umbrales de saturación importantes”, advirtió Quiñónez, al señalar que más de 600 barrios están en condición de vulnerabilidad extrema.
Durante la noche del domingo y madrugada del lunes se registraron muros desplomados, árboles caídos y derrumbes en distintos puntos del Distrito Central. La alcaldía declaró un estado de alerta preventiva, aunque la falta de acciones estructurales sigue siendo una deuda pendiente con la capital.
La capital se sigue expandiendo, pero sobre terreno quebrado
El crecimiento urbano desordenado de Tegucigalpa continúa llevándose de encuentro la seguridad de sus habitantes. Muchas zonas con construcciones irregulares, sin planificación técnica ni drenajes adecuados, se ubican justamente en las áreas donde las fallas geológicas siguen activas desde hace años.
Y aunque el monitoreo es permanente, el riesgo real crece con cada tormenta y cada metro cuadrado de suelo saturado.
“No debemos bajar la guardia. Lo que hagamos ahora puede evitar tragedias”, dijo Quiñónez. Pero muchos barrios vulnerables aún esperan soluciones más allá de los llamados a la precaución.
¿Qué se está haciendo realmente?
Las autoridades municipales han intensificado las evaluaciones de campo y han instado a la población a mantenerse informada, pero la comunidad sigue demandando acciones más contundentes que mitiguen a largo plazo el peligro de vivir al filo del desastre.
Primicia Honduras insiste en la urgencia de enfrentar esta amenaza estructural con políticas públicas firmes, ordenamiento urbano efectivo y una inversión seria en obras de contención y drenaje.