Dennis Arita/Óscar Urtecho TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Es 1978. Hay un chico, hambriento de golosinas visuales, que entra a un cine de Tegucigalpa para ver una “película de chinos”. El cartel es llamativo, de letras chillonas y fotos de peleas que desafían las leyes de la naturaleza. La experiencia es deslumbrante. Cinéfilos hondureños …
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