La policía migratoria de Estados Unidos realizó una redada en cerca de 100 establecimientos de la cadena 7-Eleven.
El operativo, que se extendió por 17 Estados del país, tenía como objetivo investigar la legalidad de los empleados, muchos de ellos inmigrantes, y resultó en 21 detenciones.
Es la primera vez que la agresiva estrategia de deportaciones impulsada por el presidente Donald Trump fija la diana en una gran empresa.
En declaraciones a AP, Derek Benner, el responsable de las investigaciones de la agencia migratoria describió la operación de la siguiente manera: “Es un calentamiento para lo que nos espera este año. Verán más inspecciones de gran envergadura como esta”.
El dispositivo del miércoles supone una nueva táctica para la Administración Trump, que desde que ocupó la Casa Blanca hace casi un año ha desplegado una dura retórica antiinmigrante y mantenido su promesa de construir un muro en la frontera sur, además de aprobar un veto migratorio contra refugiados e inmigrantes de países musulmanes.
El Ejecutivo ha aumentado las deportaciones en 40% desde el pasado enero. Mientras, la entrada de inmigrantes que cruzan la frontera con México han caído en un 24%.
7-Eleven es uno de los conglomerados principales de tiendas de conveniencia en EE UU, con más de 60.000 establecimientos en todo el mundo. Muchos de sus locales están abiertos 24 horas y venden una amplia gama de productos básicos y snacks.
En un comunicado a The Washington Post, la empresa basada en Texas se desligó de sus franquicias y defendió que no es responsable del proceso de contratación en cada establecimiento.
Las investigaciones del miércoles proceden de una operación realizada hace cuatro años en uno de los locales de la empresa en Nueva York, en el que las autoridades arrestaron a nueve dueños y gerentes por “amparar a inmigrantes indocumentados”.