La presidenta de Honduras, Xiomara Castro ordenó este lunes prohibir la circulación de motocicletas que no cuenten con los accesorios de seguridad exigidos por la ley, una medida urgente ante la avalancha de muertes viales.
Lea más: ¿Quién frena esta locura?: Honduras se llena de carros y motos sin reglas ni rumbo
Pero el problema va más allá de los accidentes: la sobrepoblación de motocicletas también está ahogando nuestras ciudades, alterando el equilibrio ambiental y profundizando el caos urbano.
En Honduras, cada día mueren en promedio cinco personas en accidentes de tránsito. La mayoría de estos hechos involucran motocicletas que circulan sin medidas de protección, en medio del desorden vial, sin control ambiental y sin conciencia de su impacto. Las calles no solo se tiñen de sangre, también de humo, ruido y partículas contaminantes que deterioran la calidad del aire.
Con una inversión de 50 millones de lempiras para apoyar con equipo de seguridad a los más pobres, el gobierno intenta mitigar una crisis que tiene múltiples aristas. Sin embargo, ¿cuánto más se puede ignorar el impacto ambiental de este modelo de transporte barato pero contaminante?
El uso indiscriminado de motocicletas, muchas veces sin revisión técnica ni regulación real, se ha convertido en una bomba de tiempo ambiental y social. La movilidad urbana, lejos de avanzar hacia la sostenibilidad, se sigue construyendo sobre parches, sin una planificación que piense en el futuro ni en la salud de quienes habitan las ciudades.
La disposición presidencial debe ser solo el primer paso de una agenda más profunda: reordenar el transporte, proteger la vida y también cuidar el ambiente urbano que se deteriora a gran velocidad.
¿Y las empresas que venden motos?
El boom de las motocicletas en Honduras no es casual. El crecimiento en la compra de motocicletas en Honduras responde a múltiples factores: su bajo costo, la rapidez en el tránsito urbano y la falta de un sistema de transporte público eficiente. Para muchos, representan una salida práctica ante la congestión vial y la economía familiar. Sin embargo, esta expansión masiva no ha estado acompañada de controles adecuados.
Diversas empresas dedicadas a la venta de motocicletas promueven créditos inmediatos, cuotas bajas y mínimos requisitos. Pero en la mayoría de los casos, no informan adecuadamente al comprador sobre los riesgos que implica conducir una motocicleta sin protección ni preparación, y mucho menos exigen condiciones de seguridad antes de entregar el vehículo.
A esto se suma la ausencia de regulación ambiental y de seguridad vial en el proceso de comercialización. Las motocicletas que inundan las calles a diario también generan un impacto en la calidad del aire, especialmente en zonas urbanas, donde se combinan con otros factores contaminantes como la bruma y la mala circulación atmosférica.
Aunque las medidas gubernamentales recientes apuntan a frenar el uso de motocicletas sin implementos de seguridad, la raíz del problema también está en la permisividad con que se ha dejado operar a un sector comercial que, por años, ha priorizado la venta por encima de la prevención.
Mientras no se establezcan controles más estrictos, la seguridad vial y la salud ambiental seguirán viéndose comprometidas.