El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández reprochó que criminales y asesinos confesos busquen dañar la institucionalidad del país y atacar a las personas que se han ido de frente en contra del narcotráfico.
El mandatario señaló que la seguridad no se descuida ni un segundo, ni un minuto, pues es una tarea permanente.
Ese descuido llevó al país a convertirse en el más violento, con San Pedro Sula con el título de la capital más sangrienta del mundo, seguida en un tercer lugar por Tegucigalpa, recordó Hernández.
«Fueron momentos muy oscuros los que vivimos; parecía que lo perdíamos todo frente a estos criminales que lograron infiltrar las instituciones en diferentes sectores de la hondureñidad», recordó durante un evento de la Policía.
Sobre las acusaciones hechas por narcotraficantes extraditados que hoy purgan condenas en Estados Unidos, Hernández dijo que son “señalamientos ridículos de asesinos confesos que son capaces de vender hasta a su madre con tal de conseguir rebajas en sus sentencias”.
Los patos les disparan a las escopetas, pero los resultados son más que evidentes: se redujo el tráfico de drogas de 87% a 4% y la tasa de homicidios de 86 asesinatos por cada cien mil habitantes a 37.5, algo histórico, el mandatario hondureño.