TEGUCIGALPA. La capital hondureña enfrenta una carestía de agua potable que ha obligado a las autoridades a racionamientos más drásticos, como el de distribuirla una vez cada cinco días, mientras que muchos de los habitantes de barrios marginales caminan largas distancias para abastecerse del líquido.
Laura Sevilla, vecina de la colonia Mary Flakes de Flores, tiene más de 14 años de comprar el agua a los carros cisterna que llegan regularmente a su comunidad en vista de que no cuentan con el suministro que proporciona el Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (Sanaa).
No obstante, en las últimas semanas las cisternas dejaron de abastecer a esta populosa colonia debido a los racionamientos ordenados por la autoridad de esa institución, lo que ha provocado una severa escasez del vital líquido para poder atender las necesidades básicas del hogar.
“Hay que rogarles que nos vendan agua, y eso no es justo porque uno se baña todos los días y el agua se usa para lavar, cocinar y para otras muchas cosas”, reclamó la humilde mujer mientras protestaba con su pequeño hijo pidiendo a la Municipalidad y el Sanaa que se les abastezca del líquido.
Los vecinos se quejaron de que aprovechándose de las crisis muchos tanqueros están vendiendo el barril y el balde de agua a precios exhorbitantes. “Nos venden el baldecito a cinco o siete lempiras y tenemos más de 15 días de no recibir agua, ya no aguantamos esta situación”, se quejó Norma Ramos, otra vecina de esta localidad.
En las últimas semanas, la sequía que azota a la capital por la ausencia de lluvias y el consiguiente bajo nivel de las represas Concepción, Los Laureles y el Hatillo ha obligado a miles de familias a madrugar a los centros de acopio más cercanos o buscar en las vertientes naturales que todavía cuentan con una leve reserva del líquido para abastecerse.
En muchas colonias de la capital se ha vuelto muy común observar enormes filas de hombres, mujeres y niños que con sus baldes y botes de plástico en mano esperan ansiosos la llegada del carro cisterna del Sanaa, lo que se ha convertido en una lucha diaria por la sobrevivencia.
De no llover en septiembre
El alcalde de la capital hondureña, Nasry Asfura, reiteró que la sequía es fuerte y que “si no llueve en septiembre la situación se va a agravar”.
El panorama de Los Laureles y La Concepción es desalentador por el descenso que han tenido ambas represas.
Por esa razón, “me persigno y le pido a Dios que nos mande agua” y “lo preocupante es que si no llueve en septiembre y los otros meses del año vamos a tener crisis para el próximo verano de 20202, ha dicho Asfura a los periodistas.
La alcaldía de Tegucigalpa trabaja en otros dos proyectos para garantizarle agua a la ciudad en el futuro cercano, pero mientras eso llega, muchos de sus habitantes seguirán sufriendo por falta del líquido.