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TEGUCIGALPA. Todos los días se levanta muy temprano, se baña, toma su tacita de café y se dirige a varios de los mercados capitalinos en busca de la mejor carne bovina y porcina, para convertirla en exquisitos platillos populares que compiten con otras ofertas alimenticias que se encuentra en las calles de la antañona Real de Minas de San Miguel.
José Bernárdez, un hondureño afrodescendiente, que ya sobrepasa los 60 años, conduce una vieja bicicleta de carga color negro, con la que recorre varios kilómetros al día en busca de sus comensales tradicionales y eventuales.
En la parte delantera de su vehículo ecológico de dos ruedas, este humilde hondureño que no goza de la ayuda de ningún familiar, ni mucho menos del precario sistema social del país, ha improvisado un pequeño anafre para asar carne, chorizos, elotes plátanos y otros alimentos que juntos de convierten en deliciosos platillo populares.
Los precios de don José se ajustan al bolsillo de cada comensal, de aquel que sólo tiene capacidad para comprar un pan con frijoles y mantequilla, hasta los de otro perfil que pueden agregarle un pequeño trozo de carne a su pedido.
Entre calle y calle, inconscientemente haciendo aeróbicos en su bicicleta, este humilde hondureño originario de la costa norte se gana el pan de cada día rogando por su salud, ya que si no trabaja las cuentas siguen corriendo y no le dan tregua para cancelarlas en fechas posteriores a las pactadas.
La realidad del desempleo
Como él hay miles en Honduras que tienen una ocupación similar, y pese a su lucha con jornadas de doce o más horas diarias, no ganan un salario mínimo, pero aparecen en las estadísticas oficiales como personas ocupadas ayudando de esta manera a bajar la tasa desempleo oficial de esta Honduras.
A pesar que la tasa de desempleo en Honduras se sitúa en un poco más de 7%, es decir alrededor de 300.000 personas, el grave problema lo constituye el tipo de ocupación calificado como precario.
Esto significa que aunque una persona tenga una actividad, esta no le garantiza los ingresos mínimos para vivir dignamente, dado que no gana un salario mínimo o trabaja menos de 44 horas a la semana.
SÉPALO
Tegucigalpa es la ciudad con más desocupados a nivel nacional, y es el resultado del constante flujo de migrantes que llegan a la capital en busca de oportunidades que no encuentran en sus lugares de origen donde miles de hondureños piden a gritos oportunidades para generar recursos que les permita vivir con dignidad y que sus hijos no recorran los mismos y angustiosos caminos que les han truncado las oportunidades de una “vida mejor”.
Por: Fredy Perdomo
