En 1990, Shona Owen todavía no había nacido, pero estaba a punto de hacerlo de un modo inesperado, poco convencional, a 10.972 metros de altura.
Su madre Debbie Owen viajaba junto a su hija de 4 años desde Ghana, su lugar de trabajo, hacia Londres. El vuelo de British Airways se conmovió. El trabajo de parto se adelantó más de lo previsto. Decidieron moverla a primera clase y pedir la asistencia de un especialista. Por suerte, había un médico.
“El titular nació en un aeroplano”, se lee hoy en el pasaporte de Shona, lo cual le da algunos dolores de cabeza para atravesar renovaciones y ciertos puestos migratorios. Como Shona, también hay otros pocos casos de bebés nacidos en el aire, en medio de un vuelo. La pregunta inevitable es: ¿qué nacionalidad tienen ellos?
La pregunta no tiene una respuesta definitiva. Hay dos principios que imperan, pero que, a la vez, chocan. El principio ius sanguinis, lo cual en latín significa “derecho de sangre”, implica que el niño recibe la nacionalidad de sus padres. Sin embargo, el otro precepto, el ius soli, marca lo contrario. Significa “derecho del suelo”, es decir que el bebé nacido en un vuelo toma la nacionalidad del territorio que está sobrevolando.
Estados Unidos, por ejemplo, toma ambos principios para dilucidar la cuestión. En caso de que un bebé con padres extranjeros nazca encima del territorio norteamericano, automáticamente obtiene la ciudadanía.
Sin embargo, hay un problema que enmaraña más todavía la disyuntiva: los océanos. La mayor parte del planeta está cubierta por mares que no pertenecen a ninguna nación. ¿Qué pasa si un bebé nace encima de uno de ellos? En ese momento, emerge el país de origen del avión.
Según los artículos 17 y 21 de la Convención Internacional sobre Aviación Civil de 1944, los aviones tienen la nacionalidad del país en el que fueron registrados. De acuerdo a otra convención posterior destinada exclusivamente a apátridas, los bebés podrían adquirir la nacionalidad de la aerolínea.
Más allá de que la decisión varía de acuerdo a la ley de cada país, la recomendación es que las embarazadas, a partir de cierto momento de gestación, no viajen en avión. La Asociación de Transporte Aéreo Internacional aconseja no volar a partir de la semana 36 y piden la presentación de una autorización médica a partir de la número 28.
¿Reciben pasajes gratis de por vida?
Hay un rumor que circula que tiene una base de cierto, pero en la generalidad es un mito. Por caso, en octubre de 2015, pocos días después de que una bebé naciera en un vuelo con destino a Egipto, la aerolínea Jazeera Airways le ofreció a Heba Majdy, recientemente madre de Nancy, vuelos gratis hasta que la niña cumpliera los 18.
No hay una ley escrita sobre el tema. Las aerolíneas no tienen ninguna obligación de ofrecer el beneficio, pero algunas deciden brindarlo a modo de regalo como Thai Airways, Asia Pacific Airlines, AirAsia y Polar Airlines. En tanto, Shona Owen, la joven nacida en un aeroplano, recibió dos vuelos gratuitos de parte de British Airways cuando cumplió 18 para visitar a su abuela en Australia.
Fuente: Infobae