Las mujeres son blanco de violencia y criminalidad, según datos del Observatorio Nacional de la Violencia (ONV), sobre que cada 23 horas una fémina es asesinada en Honduras; una cifra no muy diferente a años anteriores, que se repite en el 2022 previo al 25 de enero cuando se celebra el Día de la Mujer Hondureña.
Aunque cada una de ellas tiene un nombre, una familia, una historia y miles de sueños por cumplir, la violencia y la criminalidad no les da tregua, convirtiéndolas en uno de sus principales blancos en el país, con al menos 15 víctimas mortales en lo que va del 2022 y un acumulado de alrededor de 4,600 entre el 2012 y 2021.
De estos, el 61% fueron categorizados como feminicidios y la mayoría sucedieron en un entorno cercano a la víctima, en el que el principal agresor es un hombre vinculado sentimentalmente con la mujer. El principal instrumento de muertes es el arma de fuego, seguido por arma blanca, con mayor incidencia en Cortés, Francisco Morazán, Olancho, Atlántida y Comayagua, sobre todo en sus cabeceras departamentales.
Así lo dio a conocer a Presencia Universitaria la directora de dicho ente de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Migdonia Ayestas, quien lamentó el odio y la saña con que son ejecutados estos crímenes y la impunidad que prevalece en la mayoría de ellos.
“Esas mujeres son madres, hijas, hermanas y el hecho de que no siempre se lleva a juicio a los responsables incrementa el dolor de sus seres queridos. Adicionalmente por lo general son crímenes ejecutados en espacios públicos, lo que aumenta no solo su nivel de vulnerabilidad, sino también el miedo en la población”, expuso.
En esa misma línea de pensamiento se expresó la comisionada nacional de los Derechos Humanos, Blanca Izaguirre, al señalar que los feminicidios constituyen una flagrante violación a los derechos y libertades fundamentales de las mujeres y una evidente manifestación de la persistente desigualdad y discriminación de género en el país, por lo que instó a este grupo que representa más del 51% de la población, a tomar las medidas preventivas necesarias para detener la ola de violencia.
A la violencia homicida se suma el dolor físico y los traumas de quienes sufren otras violencias y que también corren el riesgo se formar parte de las estadísticas. Evidencia de ello son los llamados de auxilio al Sistema Nacional de Emergencias (911), con un promedio superior a las 300 denuncias diarias por violencia doméstica o intrafamiliar, además de cerca de 16,000 abusos sexuales y unos 20,000 embarazos de menores de edad cada año.