Primicia Honduras Diario Digital 
Por: Gabriela Castellanos.
La izquierda política, históricamente, ha trazado los cuadros para amasar el poder con un absoluto control político y militar, ejerciendo un fuerte dominio contra sus opositores y promoviendo leyes para etiquetar como “traidores a la patria” o “agente extranjero” a sus contrincantes, además, usa y abusa de un discurso enemistado con Estados Unidos, la Iglesia y la empresa privada, para justificar el manchado horizonte del continuismo presidencial.
Esa parece ser la estrategia del Libertad y Refundación (Libre): partido que gobierna con populismo de hierro y habilidad para buscar aferrarse al poder por cuatro años más en los célebres comicios estilo Honduras, en un intento por consolidar un mandato que ya se ve lejos de las aspiraciones de un pueblo que quiere salir de la miseria y la corrupción.
Así pues, el gobierno usa una táctica de telarañas congeladas en ideologías gastadas, para irse quitando el ropaje democrático frente a la comunidad internacional.
Eso es lo que se ve en las últimas horas con las nuevas fricciones políticas y con la embajada de los EUA tras unas declaraciones donde se increparon ciertas acciones del gobierno sobre sus políticas públicas, lo cual ha conducido a elevar las relaciones de ambos en un punto crítico, mientras que Cancillería ha anunciado que entregará una carta de protesta, creando así un clima de agresiones contra la inversión extranjera y el apoyo de países amigos, que han sostenido proyecciones para la generación de empleo, producción y naciones que han colaborado históricamente con nuestro pueblo.
Y es que el gobierno norteamericano es uno de los Estados de la región que más ha invertido en temas relacionados con el combate de la corrupción y el narcotráfico. Estos son los problemas y revueltas que desde hace más de un siglo conviven con nosotros los centroamericanos, desde la gran República Federal desbocada en un clima de ingobernabilidad, de revoluciones, golpes de Estado y una inestabilidad política que comenzó a preocupar por primera vez a los EUA.
Esto condujo a que una nueva era política se materialice en Centroamérica en los pactos de Washington de 1907, comprometiendo a Centroamérica a una serie de medidas para preservar la paz en la región, pues ya era percibida en ese momento como un territorio conflictivo e inestable.
Desde entonces, EUA ha planteado y respaldado una serie de instrumentos económicos de integración, con el objeto crear una zona de libre comercio, generar incentivos fiscales a las nuevas industrias y erigir varios organismos regionales como el BCIE que canaliza la ayuda financiera de los EUA para obras para consolidar la región en un crecimiento económico, dentro de un marco democrático que pudiera garantizar derechos sociales a la población y contener los renglones torcidos de la política radical. Aun así, se agudizaron los conflictos armados, generando un clima de ingobernabilidad que desembocó en miles de muertos arrastrados por los coletazos de la guerra fría.
Eso, aparte de dolor, nos dejó economías estancadas, acompañadas de la sombra del narcotráfico y una corrupción brutal que terminaría por desequilibrar cualquier democracia que intentara crecer en los cinturones de la miseria centroamericana que enmaraña la política exterior de EUA hacia América Central.
Pese a todo, EUA fue nuestro mejor aliado, aún con la falta de compromiso de los gobiernos de Centroamérica para hacer cumplir sus propias leyes, funciones tan básicas como provisión de seguridad y administración de justicia, poniéndole trampas cada día a las democracias y ahora deslegitimar como mordeduras la presencia de la mano que nos ha sostenido en los más oscuros momentos de nuestra historia.
