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Un crecimiento de la actividad económica de 2.0 por ciento para este 2021 basado en vacunas y la reconstrucción se estima en la reciente “Encuesta de Expectativas de Analistas Macroeconómicos” aplicada por el Banco Central de Honduras (BCH) a profesionales calificados en la materia, a quienes se les consultó sobre sus perspectivas de corto y mediano plazo.
En relación con el Producto Interno Bruto (PIB), los informantes consultados prevén en promedio una disminución de 6.9 por ciento para 2020 sustentados en el impacto que el COVID-19 y los fenómenos naturales tendrían en el desempeño de la economía hondureña.
Este dato será publicado en los próximos días por fuentes oficiales del gobierno, pero en una una evaluación preliminar de los daños a cultivos de palma africana, caña de azúcar, banano y arroz, adicionalmente, industrias manufactureras de carne de pollo y huevos, elaboración de azúcar y beneficiado de café, entre otras, el PIB para 2020 caería entre -10.0 y -9.0 por ciento. Mientras, en proyecciones oficiales, la economía crecerá este año entre 3.5 y 4.5 por ciento.
Por su parte, los analistas macroeconómicos consideran que el anuncio de vacunas contra el COVID-19 y el inicio del proceso de reconstrucción de la economía nacional podrían ayudar a dinamizar la economía hondureña. Sin embargo, coinciden en que la recuperación económica podría ser lenta, dado el fuerte impacto de las tormentas tropicales Eta y Iota ocurridos en noviembre de 2020
En años recientes, Honduras había registrado las segundas tasas de crecimiento económico más altas de Centroamérica, superadas solo por las de Panamá. El crecimiento del PIB del país alcanzó el 4,8 por ciento en 2017, el 3,7 por ciento en 2018 y el 2,7 por ciento en 2019, por encima del promedio en Centroamérica y muy por encima del promedio en América Latina y el Caribe (ALC).
En el contexto actual, el país tiene varios desafíos como son retornar a la senda de crecimiento económico y recuperar niveles de PIB de años previos, a fin de evitar mayor reducción del PIB per-cápita y deterioro de la calidad de vida.
Esto implica: La reconstrucción de la estructura productiva (gestión de recursos). Manejo adecuado de la emergencia sanitaria que permita la reactivación económica. Políticas públicas apropiadas para mejorar la productividad. En segundo punto un Manejo adecuado de la política fiscal para retornar a la meta de déficit de mediano plazo, logrando la sostenibilidad de la deuda pública. Además continuar avanzando en la implementación de reformas estructurales que fortalezcan las instituciones públicas y ayuden al crecimiento de largo plazo.
