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TEGUCIGALPA. El expresidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales hizo un llamado a los miembros del partido Libertad y Refundación (Libre) a salir a las calles para exigir la renuncia del actual gobernante Juan Orlando Hernández, esto ante los señalamientos en su contra, según un documento de la Fiscalía de Nueva York de aceptar dinero del narcotráfico.
En una publicación de su cuenta de Twitter el exmandatario hondureño escribió “Fiscalía de New York dice que crimen organizado de #NARCO Políticos, conspiraron para DERROCARME. Cúpulas de P. Liberal, P. Nacional y Militares con inteligencia de EEUU siempre supieron de “Joh” y ahora lo involucran directamente. LIBRE debe exigir renuncia en las calles”.
Conspiración millonaria
Según un artículo publicado por Univisión, recoge la supuesta implicación del gobernante hondureño, Juan Orlando Hernández, en actividades del narcotráfico, de acuerdo a documentos de la Fiscalía de Nueva York.
Según la publicación de alto impacto, el gobernante hondureño fue identificado como un coconspirador en un caso de tráfico de drogas contra su hermano, según un documento de la corte estadounidense.
El documento de 44 páginas, que está relacionado con el próximo juicio de Tony Hernández en el distrito sur de Nueva York por tráfico de drogas y otros cargos, resume algunas de las pruebas clave recopiladas por los fiscales contra el acusado, a quien señalan de ser un «violento, narcotraficante de multi-toneladas» que presuntamente abusó de sus conexiones políticas para obtener ganancias personales y políticas y al menos dos veces “ayudó a planear el asesinato de rivales del narcotráfico”.
Las revelaciones son las últimas de una serie de bombas que pintan una imagen cada vez más impactante de Honduras como un narcoestado, lo que complica aún más las relaciones con el gobierno de Estados Unidos, que ha llamado al presidente Hernández un aliado en la guerra contra las drogas. También parece proporcionar evidencia de la propia complicidad del gobierno hondureño en el aumento de la violencia que convirtió a Honduras en uno de los países más peligrosos del mundo y obligó a innumerables migrantes a huir hacia el norte.
