Con casi un centenar de cadáveres en las calles por protestar, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha provocado el rechazo unánime de bandas y solistas con predicamento, algo parecido a lo ocurrido con dictadores como Pinochet o Videla en los setenta.
Desde los mexicanos Maná a los españoles Miguel Bosé y Alejandro Sanz, el colombiano Juanes, Ricky Martin o esa leyenda llamada Rubén Blades, la repulsa a los métodos cainitas y totalitarios del sucesor de Chávez se ha convertido en un coro continuo de protestas sin descanso.
Pero el que mayor resquemor provoca dentro del régimen es el de su compatriota, Gustavo Dudamel. El director de orquesta ha sido un símbolo en la lucha contra la pobreza en su país. Lidera el Sistema de Orquestas que creara José Antonio Abreu hace más de 40 años y es toda una estrella global en el ámbito de la música clásica. Sus últimos pronunciamientos han provocado un cataclismo interior, sobre todo desde que Armando Cañizales, un viola de la orquesta, cayera en las protestas a causa de un tiro en la cabeza de la guardia bolivariana.
Ya es general el consenso en sus calificativos. Más que un líder legítimo, se le considera un dictador que con métodos democráticos ha usurpado el poder en su país y anulado los contrapesos del parlamento, la justicia y los medios de comunicación.
Los rifirrafes son continuos. Maduro responde a algunos de ellos en tono despectivo y amenazante. Sabe que juega con fuego. Y los músicos han adquirido ya un compromiso férreo que manifiestan en sus conciertos, apariciones públicas y redes sociales. El pasado lunes, Rubén Blades atizaba desde Madrid dedicando un tema de trinchera en la lucha contra las dictaduras: Prohibido Olvidar, compuesto en 1991 para su disco Caminando, hoy más que vigente como un retrato vivo del chavismo.
Los miembros de Maná han mostrado la bandera venezolana en sus conciertos como guiño a la opresión que sufre el país. En su enfrentamiento al chavismo, los mexicanos fueron pioneros. Ya rechazaron en su día una oferta de un millón de dólares para tocar en una fiesta privada de Hugo Chávez. “No, gracias”, respondieron cuando este vivía. Ahora, Fher Olvera, responde a EL PAÍS cuando le preguntamos por Maduro: “La ignorancia genera violencia”, apunta, sencillamente.
Virulentos han sido los ataques de Miguel Bosé y Alejandro Sanz. El primero afirma negarse a dejar a su suerte un país que le ha dado tanto y reprocha la tibieza en las condenas de algunos. “¿Dónde están los países hermanos? ¿Dónde están las otras democracias para defender al que se le ha arrebatado la suya? ¿Dónde está la conciencia internacional?”, se ha preguntado Bosé en público.
Maduro le ha respondido que vomita las mentiras tragadas sobre Venezuela. Pero no ha sido al único al que el mandatario ha lanzado sus dardos. Rubén Blades también se ha convertido en objetivo de las peroratas: “Por ahí anda rondándome el tiburón imperialista y tú ahora como que vienes a alentarlo para que se trague a Venezuela. Rubén Blades, lamento que niegues tus raíces con las cuales nos educamos los jóvenes de los setenta y los ochenta que hoy hacemos revolución en América Latina y no hemos traicionado nuestras propias raíces y nuestras propias convicciones desde donde nos levantamos”, le soltó como antiguo fan dolido por la falta de apoyo de su ídolo.
Sanz ha pasado al ataque directo. Cuando comenzaron a llegar las noticias de bajas en la calle, sobre todo de jóvenes que participan en las marchas, lo insultó: “La sangre de Carlos José Moreno (17 años) está en tus manos, Maduro. Cobarde”, tuiteó el pasado 25 de abril. Sanz ha sufrido represalias directas con boicot a sus conciertos ya en época de Chávez. En 2007 suspendieron una actuación suya en Caracas por críticas al entonces presidente.
No son los únicos de una lista que vibra contra Maduro sin descanso. En sus propios conciertos, en las redes, por Twitter, en Facebook, en las imágenes de Instagram. A los mencionados se unen Ricky Martin, que ha incrementado su indignación en los últimos meses, el colombiano Juanes, el puertorriqueño Cheyenne, David Bisbal, cuya pareja es venezolana, Rosana Zenetti o el compatriota de esta, Carlos Baute. Todos conforman un canto sin tregua ante la bestia negra de Maduro.