(Sputnik).- Bruno Berrick, de 48 años, sufre de un trastorno inusual. Se ve obligado a estar encerrado en casa todos los días con las luces y apagadas, sin televisión ni internet. No puede ni hablar por teléfono porque afirma ser alérgico a la electricidad.
El británico Berrick llevaba una vida común y corriente, llena de amor y felicidad. Es un exboxeador, constructor de profesión, tiene esposa y tres hijas. Pero en un momento dado todo cambió.
Empezó a sentirse mal hace cuatro años al experimentar síntomas raros de sensaciones de ardor que le estallaban en la cabeza. Se le empezaban como a hundir los ojos, temblaba físicamente y sentía ansiedad.
“Tenía una sensación de chasquido y estallido en la cabeza cuando había electricidad, me ardía la cara cuando salía de casa”, cita a Berrick el portal Wales Online.
Junto con esto, empezó a perder de peso y sentir una fatiga delirante que empeoraba su estado porque simplemente no tenía fuerzas para hacer nada.
“Era como un saco de huesos. Estuve en cama durante seis meses con fatiga crónica, pero nadie sabía qué era”, narra el protagonista.
Fue a muchos médicos pero ninguno logró diagnosticarle una enfermedad específica. Afirma haber gastado un enorme monto de 200.000 libras esterlinas (265.000 dólares) viajando por todo el mundo en búsqueda de una cura.
Tras años de “puro infierno” empezó a descubrir la raíz de su enfermedad. Un estudio de orina en EEUU reveló que estaba envenenado con pesticidas. Vivía cerca de un campo donde “rocíaban algo, pero nadie sabía qué era”. Según él, fue básicamente lo que destrozó su sistema inmune e “infección tras infección se convirtió en lo que hay”.
Sin embargo, Bruno no se sintió seguro de qué le pasaba hasta que conoció a Geoff Simmonds, otra persona que sufría de lo mismo. Simmonds le advirtió que no mejoraría a no ser que estuviera completamente protegido de todo tipo de ondas electromagnéticas: WI-FI, redes móviles, electricidad.
“No sabía qué era. Teníamos internet en casa, WI-FI, televisión inteligente, todo eso, y me quedé en los huesos”, confiesa Berrick.
Tras saber esto, la familia decidió abandonar su casa e irse a vivir a una caravana durante medio año, sin ningún tipo de dispositivo que requiriera electricidad.
“Estuvimos allí unos seis meses y empezó a mejorar. Empezó a ganar algo de peso y pudo volver a jugar con los niños, lo que no había hecho en cuatro años. No podía leer un libro ni nada”, cuenta la esposa de Berrick, Lisa Chambers, de 34 años.
Al acabar el viaje, decidieron mudarse a una nueva casa y hacerla lo más segura posible para Bruno: sin electricidad ni luces, sin calefacción, sin internet, ni teléfono ni televisión. Incluso pintaron el edificio completo con una pintura protectora contra las redes 5G.
En los meses de invierno, para solucionar el problema de la electricidad que se necesita para calentar la casa, la familia construyó un refugio especial para Bruno en el jardín. Allí se calienta con leña y tiene una mesa de billar.
A pesar de poder mantener a raya sus síntomas, Bruno ahora está atrapado en su casa protegida.
“Toda esta gente en la televisión y en los periódicos dicen ‘son solo idiotas del 5G’ y todo eso, pero si me pones frente a alguien con un teléfono móvil o conectas la electricidad ves lo que me pasa. Nadie puede decir que no te afecta porque soy una prueba viviente”, reflexiona.
La condición extraña de Berrick se conoce como la hipersensibilidad electromagnética. Es un conjunto de síntomas que los afectados atribuyen a campos electromagnéticos como antenas de telefonía o líneas de alta tensión. No es un diagnóstico médico, según la OMS, pero la organización reconoce que “puede ser un problema incapacitante para la persona afectada”.
Este trastorno ha llegado al gran público gracias a un personaje de la conocida serie Mejor llama a Saul de Netflix, que lo padece en su primera temporada.
Debido a que los estudios de la Organización Mundial de la Salud oficiales descartan la influencia directa sobre la salud de los campos electromagnéticos, los expertos tienden a atribuir sus síntomas más bien a un trastorno psicológico ansioso similar a una fobia.