Cada cuatro años el mes de febrero en vez de tener 28 días tiene 29. Esto sucede hoy por ser 2024 un año bisiesto.
Esta particularidad viene a corregir las diferencias en el calendario por el desfase que existe entre la duración del año trópico y el año calendario de 365 días.
Y es que, aunque en el imaginario colectivo el año tiene siempre 365 días, en realidad dura algo más; exactamente 5 horas, 48 minutos y 45,25 segundos más. Redondeando, 6 horas. Dicho reajuste se lleva a cabo para evitar que las fechas astronómicas y cronológicas dejen de coincidir.
Por qué existen los años bisiestos
La rotación de la Tierra sobre el Sol no dura exactamente 365 días, y para hacer coincidir el calendario solar con el astronómico hay que incorporar un nuevo día.
La Tierra tarda 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos en dar una vuelta sobre nuestra estrella, una cifra que se redondea hasta 6 horas cada año. Este tiempo se acumula y se suma al calendario cada cuatro años, hasta conformar un nuevo día: el 29 de febrero.
¿Por qué un 29 de febrero?
En la Antigua Roma se descubrió que el calendario no estaba del todo sincronizado con el año solar. Por eso, Julio César le pidió al astrónomo Sosígenes que le ayudara a crear una alternativa al calendario romano que representara con precisión la rotación de la Tierra.De esta manera apareció el calendario juliano.
Bisiesto es un nombre que viene del latín ‘ante diem bis sextum Kalendas Martias’, lo que significa ‘sexto día antes de las calendas de marzo’, es decir el 24 de febrero, y con el tiempo se acabó por acortar hasta ‘bis sextus’, bisiesto en español.
Debido a algunas fallas en su estructura, el papa Gregorio XIII decidió, a través de una bula papal, “perfeccionar” el calendario. Este, denominado calendario gregoriano, fue introducido en 1582 y perdura hasta nuestros días.