México no da abasto. El país del norte resolvió un 40 % más solicitudes de asilo en 2024, pero lejos de ser un logro, el dato revela una realidad más cruda: miles de personas siguen huyendo por necesidad, no por elección. En esa estampida humana, Honduras destaca con vergonzosa frecuencia: sus ciudadanos encabezan, una vez más, la lista de quienes tocan las puertas del exilio.
El informe Un hogar en México, publicado por ACNUR, pone cifras a una realidad que muchos prefieren ignorar: el sistema migratorio mexicano está al borde del colapso y la migración forzada desde Centroamérica no da tregua.
Según el reporte, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) recibió casi 80 mil peticiones el año pasado, la mayoría de ellas provenientes de Honduras, Cuba, Haití, El Salvador y Venezuela.
Aunque la Comar ha acelerado sus procesos —resolviendo más de 2.800 casos al mes—, el informe señala que las limitaciones presupuestarias y la falta de rutas legales para permanecer en México han saturado el sistema.
Un dato alarmante: el Instituto Nacional de Migración (INM) redujo en un 97 % la entrega de Tarjetas de Visitante por Razones Humanitarias, lo que deja a miles de solicitantes sin acceso a empleo formal, salud ni educación. La Comar avanza en tecnología, pero la humanidad de quienes esperan sigue en pausa.
La frontera sur, especialmente Chiapas, es el principal embudo de entrada y también el reflejo de una crisis humanitaria regional. Solo en ese estado se concentra más del 75 % de todas las solicitudes, mientras que Ciudad de México, lejos del conflicto, fue el segundo punto más solicitado, con más de 14 mil peticiones.
El informe también revela un fenómeno cada vez más inquietante: los propios mexicanos se están viendo forzados a migrar internamente. Más de 320 mil familias se desplazaron dentro del país en 2023 para escapar de la violencia, y 600 personas cruzaron la frontera hacia Guatemala por la misma razón.
En la frontera norte, donde los peligros se multiplican, más de la mitad de los refugios están ocupados por mexicanos desplazados. Allí, los migrantes no solo enfrentan la incertidumbre, sino también secuestros, extorsión, condiciones sanitarias precarias y un clima hostil.
De los solicitantes de asilo en 2024, más de la mitad fueron mujeres y uno de cada cuatro era menor de edad. Además, 700 niños y niñas cruzaron solos, sin nadie que los acompañara.