En la aduana de Corinto despertaron del “sueño americano” decenas de migrantes, repelidos por la policía, que intentaban pasar a Guatemala en su meta de llegar a México y luego a los Estados Unidos.
En Corinto ubicada en la zona Norte de Honduras; en el Departamento de Cortés, el ambiente era conmovedor con madres acompañadas de sus hijos pequeños y jóvenes sin documentos y pruebas COVID-19 que imploraban una oportunidad para cruzar hacia los caminos del norte.
La autoridad guatemalteca estaba pidiendo pasaportes, vacunas en sus respectivos países. No valió súplica alguna para quienes no llevaban estos requisitos debido a que fueron retornados desde Guatemala en camiones, en cambio otros evadieron el retén a través de puntos ciegos.
Los migrantes salieron en caravana desde el pasado 15 de enero de la Gran Terminal de San Pedro Sula, pero al llegar a la frontera con Guatemala se encontraron con retenes de la policía de Guatemala.
Se trata de personas provenientes de los rincones de Honduras, gran parte de zonas afectadas por los huracanes, la pandemia y la pobreza en la zona norte.
Sin embargo, entre la multitud habían nicaragüenses, salvadoreños, haitianos, cubanos y de Venezuela, entre otras nacionalidades.
Las rutas de transporte interurbano hacia occidente registraron al menos un volumen de 250 pasajeros diarios que se unieron a la caravana a un costo de 600 lempiras (24 dólares) por pasaje hasta la frontera