Dennis Arita/ Óscar Urtecho
Un rayo, un aullido que se alarga en las tinieblas, una figura abominable que se arrastra por la pantalla.
Todos sabemos de qué se trata, todos hemos conocido una historia de terror o sentido, al menos, un escalofrío recorriéndonos la espalda.
Nuestra imaginación está poblada de imágenes deliciosamente aterradoras, cautivadoras y repelentes, y muchas se las debemos a una o miles de películas. El cine mexicano, injustamente menospreciado, ha sido uno de los mejores en transmitir el miedo con argumentos originales, diálogos perturbadores e imágenes que convocan un terror sin nombre.
Nos dimos a la tarea de hacer un top ten con algunas de las mejores cintas de horror de México, país al que estamos unidos por el idioma y la raza.
Esperamos que lo disfrute con el cabello erizado y un grito entrecortado en la garganta. Entremos de una vez en la región de las sombras.
1. Misterios de ultratumba
Cuando no pensamos en las facturas del mes, todos pensamos, a veces, en la muerte, pero nunca como los doctores Aldama y Mazali: obsesionados, prometen que el primero en morir volverá para revelarle al otro los secretos de ultratumba. Como es natural, su curioso pacto tiene resultados pavorosos.
Fernando Méndez dirige “Misterios de ultratumba” (1959) sin excesos ni chistes involuntarios, y el aura espectral de la fotografía en blanco y negro de Víctor Herrera nos inquieta con una iluminación y unos movimientos de cámara que no envidian nada a clásicos como “Frankenstein” (1931).
El guión de Ramón Obón es asombroso, cargado de giros argumentales y situaciones alucinantes. Según el experto Frank Coleman, “Misterios de ultratumba” merece estar entre los mejores filmes de terror de la historia.
2. El libro de piedra
En la niñez, muchos tuvimos un amigo imaginario. Pero ¿y si ese amigo hubiera sido real? Y peor aún: ¿qué tal si hubiera sido una criatura real, diabólica y asesina? Julia se enfrenta a la desatada inventiva de Silvia, quien asegura que su amigo imaginario Hugo le habla y juega con ella.
No tarda Julia en saber que esos juegos incluyen la magia negra y que Hugo, cuya estatua adorna el fastuoso jardín de la casa, es capaz de matar a quien se ponga en su camino.
Carlos Enrique Taboada perfeccionó el cine mexicano de miedo escribiendo y dirigiendo cuatro clásicos que incluyen la espeluznante “El libro de piedra” (1968). Autor de docenas de guiones, fue un narrador hábil y seductor.
“El libro de piedra” muestra su consumado oficio: revela pacientemente los giros de la trama, mostrando en el momento justo imágenes perturbadoras que nos dejan
sin aliento.
3. El escapulario
En Honduras, como en México, abunda la fe en el poder de ciertos objetos. Como la fe de María, quien llama al padre Andrés para darle el escapulario que, según ella, protegió la vida de sus cuatro hijos, menos la de Julián, por su incredulidad, ni la de Federico, pues vendió el escapulario.
En una noche de presagios y sombras, María cuenta la historia de tres de sus hijos y deja que Andrés descubra el inesperado destino del cuarto.
El director Servando González, el legendario fotógrafo Gabriel Figueroa y un grupo selecto de actores y técnicos tejen un tapiz visual magistral, de poderosa atmósfera y sutiles referencias políticas. Lo mejor de “El escapulario” (1968) es el trabajo de Figueroa, quien diseña extraordinarios movimientos de cámara, encuadres e iluminaciones.
4. El espejo de la bruja
La venganza, dicen, se sirve mejor fría. Sara (bruja por vocación y ama de llaves por necesidad) fragua pacientemente su retorcida venganza tras descubrir en su espejo encantado que Eduardo matará a Elena para suplantarla por la pérfida Débora.
Una cinta de 1962 que baraja científicos locos, detectives, injertos de cara y manos, desmembramientos, brujas y espejos malditos parece un disparate, pero Chano Urueta la dirige con encantadora convicción. Con el guión excepcional de Carlos E. Taboada y referencias a “Frankenstein”, “Orlac”, “Ojos sin cara” y “La Cenicienta”, Urueta alcanza, con mañas de hechicero, una cima del cine terrorífico.
5. El vampiro
“Estamos detenidos en ese extraño puente que hay entre el final de la vida y el comienzo de la muerte”. Esta frase admirable es del siniestro Duval, quien busca adueñarse de la hacienda Los Sicomoros usando las tácticas de siempre: el vampirismo y el asesinato. Vuelve Fernando Méndez a nuestro top con una cinta extraordinaria.
“El vampiro” (1957) sobresale en el noble intento de trasladar el Drácula de Stoker al México rural. Gunther Gerzso, decorador de “Misterios de ultratumba”, diseña escenarios memorables, fotografiados entre la niebla omnipresente por Rosalío Solano. Ramón Obón es el autor del ingenioso guión.
6. Hasta el viento tiene miedo
Un fantasma puede hacernos olvidar la monotonía de las clases de español y matemáticas, pero no en el internado de la señorita Bernarda. Bernarda esconde la verdad sobre Andrea, muerta en la torre del colegio, pero Andrea es un espíritu vengativo, dispuesto a poseer el cuerpo de una colegiala para castigar al culpable de su muerte.
Carlos Enrique Taboada es el director más importante del cine mexicano de terror.
“Hasta el viento tiene miedo” (1968) es el primero de su célebre tetralogía, compuesta también por “El libro de piedra”, “Más negro que la noche” y “Veneno para las hadas”. El filme es una muestra del exquisito control de Taboada sobre la imagen, el ritmo y el argumento.
Cada momento de esta película (la escalofriante secuencia inicial, la exploración de los secretos y conflictos del internado y el tenebroso desenlace en la torre) está ejecutado con maestría.
7. Alucarda, la hija de las tinieblas
El demonio. Siempre nos lo imaginamos igual: cuernos, patas y cabeza de chivo, musculoso torso humano, enorme cola y, tal vez, un tridente en la mano de largas uñas. Pero ¿y si el demonio fuera una linda chica llamada, extrañamente, Alucarda? Alucarda se enamora de Justine en el convento-orfelinato donde viven y donde diseminan el mal y la muerte. La historia de Juan López Moctezuma es novelesca.
Locutor de radio y televisión, era un erudito de voz distinguida que decidió, solo él sabe por qué, dirigir cine.
Su tercera película, “Alucarda, hija de las tinieblas” (1977), es un filme paroxístico y tal vez genial que rivaliza en poderío visual y sonoro con obras maestras como “Los diablos” (1971) y “El exorcista” (1973). En 1993, en circunstancias que remedan sus películas, Moctezuma, recluido en un manicomio, fue rescatado por dos jóvenes admiradores.
8. Cronos
Los vampiros protagonizan docenas de relatos de horror, pero ninguno como el anciano anticuario Jesús Gris, cuya vida ordinaria se trastorna cuando el escarabajo Cronos lo rejuvenece y le contagia la sed de sangre. Pero el poderoso y malvado Dieter de la Guardia no se detendrá hasta obtener el escarabajo.
El director Guillermo del Toro exhibe en “Cronos” (1993), su primer filme, un dominio pasmoso de las constantes del cine de horror, pero les transfunde sangre nueva creando a Jesús Gris, reverso del vampiro tradicional, galán e infame.
“Cronos” evita mostrar claramente qué clase de monstruo es Jesús y lo enriquece al convertirlo en robot, vampiro y zombi. Como los demás monstruos de Del Toro, es un engendro bonachón y simpático.
9. La bruja
La bella y la bestia en un solo cuerpo: eso es la Bruja. Protegida por el bandido Paulescu y su banda de monstruos, la Bruja se transforma durante unas horas en la preciosa condesa Nora para ayudar en su venganza al rabioso doctor Boerner.
A estas alturas, esta lista ya pertenece a tres directores. Uno de ellos es Chano Urueta, responsable de la alucinante “La bruja” (1954). Como los otros filmes de terror de Urueta, este es un coctel de referencias de cine y de cuentos de hadas.
Lilia del Valle, bajo libras de maquillaje, inventa un personaje inolvidable usando su voz y sus manos. Gunther Gerzso y Víctor Herrera construyen un mundo por medio de sombras, luces y asombrosos decorados que compiten con los de Alemania y Hollywood.
10. Cien gritos de terror
Si nos preguntan por dos lugares macabros, seguramente mencionaremos una casa embrujada y un cementerio. Julio y Javier se quedan en esos dos sitios por razones personales: Julio porque tiene un pérfido plan y Javier porque se duerme en una cripta.
En dos noches terroríficas, ambos afrontarán sus peores temores.
Ramón Obón es un nombre venerado por los aficionados del cine fantástico. Autor de 70 guiones, desde “Han matado a Tongolele” hasta la inmortal “Misterios de ultratumba”, solo dirigió un filme.
La antología “Cien gritos de terror” (1965) tiene flaquezas, como el disparatado jazz de la banda sonora, pero es también una muestra notable de la pericia de Obón como guionista. Lo mejor es, sin duda, el relato “Miedo supremo”: Jorge Martínez de Hoyos, encerrado en una cripta, trata de no perder la razón.