La naturaleza y la ética de las noticias falsas se ha convertido en un tema que suscita una amplia preocupación. Pero, para muchos de nosotros, el asunto es bastante más personal.
¿Qué podemos hacer cuando un tío cascarrabias o un viejo amigo, por lo demás agradable, se empeñan en poblar nuestra lista de actualizaciones con una sarta de comentarios que pueden ir radicalmente en contra de nuestros valores?
Una opción es eliminar de la lista de amigos a quienes compartan contenidos que choquen con nuestras ideas. Sin embargo, un entorno aislado en el que la gente practicase la autoselección en cámaras de eco también podría ser preocupante. Como investigadora que trabaja sobre la ética de las tecnologías sociales, empezaré por lo que podría parecer una fuente chocante: Aristóteles.
Puede que la Grecia clásica guarde pocas similitudes con el mundo de teléfonos inteligentes y redes sociales de nuestros días, pero el filósofo no era ajeno al esfuerzo por establecer y conservar las conexiones sociales en un clima político conflictivo.
El valor de la amistad
La primera cuestión es cómo debería ser una verdadera amistad. Aristóteles sostiene que la “amistad perfecta es la amistad entre hombres buenos e iguales en virtud”.
A primera vista, se diría que la amistad es esencialmente una cuestión de similitud, y que surge allá donde se reúnen personas con maneras de pensar parecidas. Esto puede ser un problema si pensamos que un componente de una buena amistad es el respeto a la diferencia. También sería una razón para eliminar de nuestro círculo de amigos a aquellos que discrepan políticamente de nosotros.
Pero Aristóteles no dice que los amigos tengan que ser “parecidos”. Lo que dice es que los mejores amigos pueden ser diferentes, y sin embargo, compartir una buena vida juntos siempre que los dos sean virtuosos a su manera. En otras palabras, el único parecido necesario es que ambos sean íntegros.
Con “virtuoso” se refiere a las cualidades de las personas excelentes; a los rasgos del carácter, como el valor o la amabilidad, que ayudan a estas a ser bondadosas con los demás y con ellas mismas, y a vivir una buena vida. Estos rasgos contribuyen a que los individuos crezcan como animales racionales y sociales.
Valorar las diferencias
Si uno piensa que estas cualidades son iguales en todo el mundo, una vez más puede encontrar preocupante que, también ahora, se supone que los amigos tienen que ser muy parecidos. Pero esto no es lo que Aristóteles dice de la naturaleza de la virtud.
Una cualidad del carácter virtuoso, afirma, consiste en poseer la dosis adecuada de disposición humana común: ni demasiada, ni insuficiente. El valor, por ejemplo, es el punto medio entre el exceso y la ausencia de miedo. Tener demasiado miedo impediría a las personas defender aquello que valoran, mientras que tener demasiado poco las haría vulnerables a daños innecesarios.
Pero el punto medio es relativo para cada individuo, y no algo absoluto.
Pensemos en que la dosis adecuada de alimento es diferente para un atleta veterano que para uno principiante. Lo mismo se puede decir del valor y de otras virtudes. La dosis adecuada de miedo depende de lo que haya que defender y de los recursos disponibles para defenderlo.
Así pues, el valor puede variar mucho para diferentes personas en distintos contextos. En otras palabras, cada persona puede tener su propio estilo moral. Parece que esto deja margen para valorar las diferencias de los amigos en las redes sociales. Además, debería ser un motivo para actuar con prudencia a la hora de utilizar la opción unfriend.
Vivir juntos
En opinión de Aristóteles, las vidas compartidas son clave para explicar tanto la causa de que la amistad sea importante para nosotros, como la de que un buen carácter sea importante para la amistad. Los amigos, dice.
… hacen y comparten aquello que les proporciona la sensación de vivir juntos. Por ello, la amistad entre hombres malos resulta en algo malo (ya que, como son inestables, se unen en sus malos propósitos, amén de volverse malvados al volverse como el otro), mientras que la amistad entre hombres buenos es buena, y el compañerismo la acrecienta…
En el pensamiento de Aristóteles, las virtudes son, por definición, aquellas cualidades que ayudan a una persona a crecer como animal racional y social. Ser tu mejor yo te ayuda a vivir una buena vida.
Lo contrario, postula, se puede decir de los vicios. Por vicio entiende la dosis inadecuada de una característica. Por ejemplo, tener demasiado miedo o preocuparse demasiado poco por los demás. Los vicios pueden empeorar en general la vida de la gente, aunque la hagan más agradable a corto plazo. El cobarde no puede defender lo que tiene valor para él, y de este modo se perjudica a sí mismo, y no solo a aquellos a quienes debería proteger. La persona egoísta se vuelve incapaz de la amistad íntima y se priva a sí misma de un bien importante para los seres humanos.
La diferencia no es algo malo, e incluso puede enriquecer nuestra vida, pero tener a malvados como amigos nos hace peores porque nos preocupamos por ellos y queremos que vivan bien, y por su influencia sobre nosotros.
¿Cómo podemos usar Facebook de una manera inteligente y correcta?
Lo que concluyo de todo esto es que no debemos pensar que las diferencias, ya sean políticas o de otra clase, con nuestros amigos suponen un problema para la amistad. Ahora bien, el carácter también es importante. Con el tiempo, las interacciones repetidas, aunque sea en las redes sociales, pueden modelar nuestro carácter.
Así que, al considerar la pregunta de si deberíamos desconectar a determinado “amigo” de Facebook, la breve pero insatisfactoria respuesta es “depende”.
Facebook conecta a la gente, pero impone tanto lejanía física como distancia psicológica. Se podría sostener que este hecho hace que sea más fácil tanto compartir nuestros pensamientos (incluso aquellos que mucha gente no expresaría abiertamente en presencia del otro), como desconectar de los demáshasta en los casos en los que la presión social puede dificultar hacerlo estando cara a cara.
Decidir cuándo poner en práctica estas diferentes capacidades puede requerir que las personas ejerciten sus virtudes. No obstante, como he expuesto, estas no proporcionan a todo el mundo una guía uniforme para actuar. Qué es una virtud depende de los detalles y de las circunstancias.
Puntos de referencia para la navegación
Parece que hay algunos factores relevantes. Las redes sociales hacen más feliz a la gente cuando esta se sirve de ellas para interactuar más que para observar pasivamente. Las diversas conexiones y conversaciones pueden enriquecer su vida. Facebook nos da la oportunidad de tener contacto con “noticias y opiniones ideológicamente diversas”.
No cabe duda de que, a veces, eliminar de la lista de amigos a un compañero de trabajo o a un pariente detestable ayuda a mantener la paz, pero puede que sea una cobardía. También en ocasiones, discutir con alguien por Internet no hace más que reforzar nuestra propia beligerancia, lo cual, a la larga, nos vuelve peores. Lo que queremos es tener buenas conversaciones y fortalecer las buenas conexiones.
Pero también en este caso debemos ser receptivos a los detalles del contexto. Algunas conversaciones es mejor tenerlas a distancia, y otras, cara a cara.
Al final, determinadas razones para conectar o desconectar se originan en nuestras inquietudes sobre nuestro propio carácter, y otras pivotan en torno al carácter de los demás. Tenemos motivos para fomentar una disposición valiente y compasiva a tener en cuenta los puntos de vista de los demás y a ser conscientes de nuestra propia tendencia a vilipendiar los comentarios (y a la gente) porque discrepamos de ellos. Pero, además, queremos que nuestros amigos sean buenas personas.
Lo que tenemos que recordar es que el secreto está en los detalles. Creo que la causa de que nos batamos con este asunto es que se resiste a las respuestas fáciles y uniformes. Ahora bien, empleando las herramientas que nos brinda Aristóteles para reflexionar sobre a dónde queremos dirigirnos, podemos descubrir maneras de conectar que nos hagan mejores individual y colectivamente.
Alexis Elder es profesora adjunta de Filosofía de la Universidad de Minnesota Duluth.
Cláusula de divulgación: Alexis Elder no trabaja para ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte del cargo académico mencionado.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la web The Conversation.
(Fuente: El País – España)