Las tormentas tropicales Iota y Eta y el COVID-19, han causado mucho daño en el país, pero no pudieron frenar la producción de las rosquillas de Sabanagrande, Francisco Morazán (FM).
Así lo aseguró Lorenzo Rieto, un emprendedor que ya lleva medio siglo en la fabricación de ese sabroso alimento que ha dado fama y prestigio a ese municipio.
“Hemos tenido que buscar otras alternativas para poder llegar a nuestros clientes en estos tiempos de pandemia y tormentas, pues nunca hemos detenido la producción”, comentó.
“Para el caso, en Tegucigalpa, realizamos entregas a domicilio, ya que la gente primero no salía de su casa por el coronavirus y ahora por las lluvias e inundaciones causadas por Iota y Eta”, relató.
Patrimonio
“El negocio de la rosquilla es un patrimonio familiar que de generación en generación se ha logrado mantener y desarrollar a pesar de muchos huracanes como el Fifí (1974) y Mitch (1998), el coronavirus y las tormentas que han asolado al país”, señaló.
Uno de los secretos mejor guardados por la familia ha sido la receta con la que elaboran las rosquillas.
“Cada quien tiene su propia manera de hacer este alimento, pero nosotros conservamos la misma receta que nació de las manos de nuestra abuela allá por 1970”, relató el empresario.
“Los ingredientes para elaborar la rosquilla, son el maíz, el cual se pone a cocer y después se muele, también se le agregan mantequilla, cuajada, queso y sal, también lleva otros, pero esos no se revelan”, dijo.
El municipio de Sabanagrande se encuentra a unos 42 kilómetros al sur de Tegucigalpa. Cuenta con unos 18,000 habitantes. Hace muchos años era casi un pueblo fantasma, pero ahora es conocido como “la cuna de la rosquilla”.