Infantilismo diputadil

CONTRACORRIENTE: Diputados, y proyecto autoritario

Por: Juan Ramón Martínez

Ante las imágenes del diputado Bartolo Fuentes, sin control y mostrando total respeto, hacia las formas que construyen la imagen de un representante democrático del pueblo, nos preguntamos qué es lo que le está pasando a la democracia; y cuál es su futuro. La respuesta fácil que “tenemos lo que nos merecemos”, es insuficiente. Hay algo más profundo que hace que, en forma suicida, algunos compatriotas, desde el poder, exhiban conductas autoritarias. La primera explicación es que la actual generación de políticos que dirigen al país, representa un retroceso histórico porque ellos, sus integrantes y sus conductas, tienen como finalidad, la destrucción de lo que las generaciones anteriores construyeron. Este ciclo que, dura aproximadamente 60 años, fue estudiado por Ortega y Gasset y aplicado en Honduras, por Ramón Oquelí. Es decir que después de la generación constructora de Gálvez, Villeda Morales, Rodas Alvarado y Óscar Flores, todos los gobernantes de la recuperación democrática: desde Suazo Córdova hasta Manuel Zelaya, no construyeron ninguna institucionalidad. Apenas, hay que decir que Azcona forjó las zonas maquileras y JOH, las ZEDE. Los demás, no hicieron nada. Y el último de esa generación, empezó desde el gobierno, a destruir la institucionalidad, en el cumplimiento de una fatalidad que, desbordó a sus propias capacidades de autocontrol.

Porque Zelaya en sus delirios ancestrales, encontró en el escenario internacional, una compensación a su fracaso al no mantenerse en el poder; y un pago, cuando le regalaron un partido “extranacional” que, además de premio, fue un capricho de Chávez y Santos que nos mantenían arrodillados ante sus arrogancias.

Es aquí, en este concepto del poder como premio -que no guarda obligación con el servicio al pueblo, a la forja de nuevas institucionalidades y fortalecimiento del estado de derecho, sino que con el capricho, el autoritarismo burdo y el totalitarismo-, en donde encuentra sus raíces y justificaciones, la conducta incontrolable, fronteriza con la animalidad, de Bartolo Fuentes. Carente de mínima criticidad, está convencido que entre más sectario, autoritario y más antidemocrático es su comportamiento, se acerca más a su imagen de “político moderno”, y permite que hable por él, lo más irracional y primitivo del comportamiento primario. Igual que Rivera, Castellanos, Zelaya, Redondo y muchos más, “el poder es suyo”, “su ejercicio es suyo” y sus decisiones, se justifican, solo porque representan que el poder que les pertenece; y que, pueden hacer con él lo que les dé la gana.

Se trata entonces, del típico comportamiento medieval que nos trajeron los españoles; el maquiavelismo explotador que originó al caudillo latinoamericano y la piedra obstaculizadora para lograr el desarrollo de nuestros pueblos, puesto que el gobierno, en vez de servidor del progreso y del desarrollo, se convierte en la base imperial de presidencias que no respetan casi nunca la democracia y menos la libertad. Y en esto, Bartolo Fuentes y Luis Redondo, son un ejemplo del peligroso autoritarismo que amenaza la libertad de los hondureños, la continuidad democrática, la vigencia del estado de derecho y la eliminación del miedo en la vida ciudadana, básico para el logro de la felicidad que nos merecemos.

De modo que más que condenar a Fuentes -que merece nuestro rechazo completo- tenemos que apreciar en su comportamiento, un indicador de peligro que pone en precario el futuro de la frágil democracia hondureña. Para confirmarlo, veamos como Luis Redondo, -el más irregular de los presidentes de las legislaturas nacionales en toda la historia política-, va más allá de donde Fuentes con su brusquedad y elemental conducta irregular, nos avergüenza. Quiere negar valor constitucional a la Junta Nominadora y abrogarse, no solo el derecho de la colectividad, sino que el de sus propios colegas para elegir a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Ambos, son muestras de brusquedad elemental que, comprometen la democracia, la libertad y la paz. De modo que los dos, más allá de su singularidad, y orfandad, son evidencias del peligro que representa Libre, para el futuro. Muestran que, ese partido, tiene un proyecto autoritario que busca la destrucción de los derechos ciudadanos, la anulación de la libertad y que, anuncia vía la destrucción, el establecimiento de la dictadura. Por ello, más allá del rechazo a Fuentes y Redondo, hay que detener el proyecto autoritario que, Libre construye, en contra de Honduras.

ed18conejo@yahoo.com

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