Dennis Arita/Óscar Urtecho
TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Es 1978. Hay un chico, hambriento de golosinas visuales, que entra a un cine de Tegucigalpa para ver una “película de chinos”. El cartel es llamativo, de letras chillonas y fotos de peleas que desafían las leyes de la naturaleza. La experiencia es deslumbrante.
Cinéfilos hondureños como ese chico recuerdan hoy con nostalgia las “películas de chinos”, que en realidad abarcan una vasta geografía repartida entre varios países, y las valoran por haberles marcado la vida y la cultura pop mundial con relatos imaginativos y locos, pero que también les hablaron del honor, el valor y la justicia, y estaban realizados, en muchas ocasiones, con excelente factura cinematográfica.
Por todo esto, en un ejercicio de nostalgia inútil pero feliz, le traemos nuestro top 5 del cine de artes marciales de una época memorable: los años 70. Disfrútelo el lector con la misma inocencia que ese chico que salió del cine con deseos de aprender karate y levantando las manos en la posición de la grulla. Que empiece la acción.
Las 36 cámaras de Shaolin (Hong Kong, 1978)
China, siglo 18. Invasores manchúes asesinan a la familia de Liu, quien se entrena arduamente en las 35 cámaras de Shaolin y se convierte en el monje San Te. Azote de los manchúes, San Te crea la cámara 36 para enseñar kung fu al pueblo.
Este gran clásico de las artes marciales de los 70 es dirigido por Liu Chia-liang. Son memorables sus peleas, fotografía y vestuario (típicos de la productora Shaw). El filme hizo superestrella al actor Gordon Liu, conocido por su doble papel en “Kill Bill”.
El gran jefe (Hong Kong, 1971)
Cheng (Bruce Lee) descubre que la fábrica de hielo tailandesa donde trabaja es una pantalla para traficar drogas y toma la justicia en sus manos (y pies) cuando el “gran jefe” asesina a sus compañeros de trabajo.
Esta película marca el poderoso debut en pantalla de Lee, dirigido con eficiencia por el veterano Lo Wei. En ella destaca el brío como actor y artista marcial del estadounidense-hongkonés, con patadas y puñetazos como rayos. “El gran jefe” es puro nervio y músculo, como su protagonista. Y lo más sorprendente es que Lee demuestra aquí su aptitud para el drama, más que para la comedia.
El puño de la serpiente (Hong Kong, 1978)
El inepto conserje Fu cura y alimenta a un mendigo, quien es en realidad el gran maestro Pai. A cambio de comida y techo, Pai entrena a Fu en el estilo de la serpiente y juntos vencen a los sicarios de la Escuela del Águila.
Yuen Woo-ping, diseñador de peleas de 70 filmes, incluyendo la baratija titulada The Matrix, debuta como director y forma el trío ideal con su padre, SimonYuen, y Jackie Chan. Al revés del dramático Bruce Lee, al que imitó inicialmente, Chan maravilla con la comedia física y funda el estilo que marca su espléndida carrera. Los chistes no reducen el impacto de la brillante pelea final de Yuen y Chan contra Hwang Jang-lee.
Kung fu versus karate (Japón, 1974)
El maestro karateca Terry Tsurugi está furioso: el convicto Shikenbaru y las mafias japonesas y hongkonesa quieren acabar con él porque mató al hermano de Shikenbaru y echó a perder un trabajo de la “yakuza”. Terry tumba a guantazos un bosque de mafiosos y llega al duelo final con Shikenbaru en el mejor sitio posible: la cubierta de un barco bajo la lluvia.
Con este título se estrenó en Honduras la película más conocida del ceñudo actor japonés Sonny Chiba. El filme de Chiba se abre paso, con cinismo y maldad refrescantes, entre la fantasía del kung fu chino con un relato de karatecas inmorales que recorre inmundos rincones de Tokio. Las peleas son grotescas: en una secuencia clásica, Tsurugi le saca los ojos de las órbitas a un contrincante dándole un puñetazo en la nuca.
La víctima (Hong Kong, 1980)
Nada mejor que el amor. Excepto cuando el enamorado es nuestro hermano y la mujer deseada es nuestra esposa. El hábil luchador Chun-yau lo sabe: lleva años escondido con su mujer para no matarse a golpes con el obsesivo Cho-wing. Cuando la pandilla de Chohalla el escondite de la pareja, Chun recibe la ayuda inesperada del simpático gordito Chan.
Quinta película de Sammo Hung, “La víctima” es un diestro tejido de comedia y drama que no deja dudas sobre el genio de su director. Incomparable en el diseño de peleas, Hung demuestra que es también un gran narrador. Se destaca Bryan Leung como el perseguido Chun. Dicen que Leung no estudió artes marciales, pero su pelea final con el pérfido Cho es soberbia, diseñada con los movimientos veloces y precisos que caracterizan la coreografía del maestro Hung.