Hacer turismo es una oportunidad inmejorable en la vida, pero si esa actividad te permite dar un paseo por las nubes, a tal grado de casi tocar el cielo, o darte un baño en aguas termales que ayudan a aliviar los dolores reumáticos, entonces habrás encontrado que no hay nada como darse una vuelta por Gracias (Lempira), porque aquí encontrarás eso y más.
Claro está, el Gobierno de la República ha recomendado que los hondureños se queden en casa en esta Semana Santa para evitar mayores contagios por coronavirus, pero si vas a hacer turismo interno entonces cumple con todos los protocolos de bioseguridad mientras disfrutas de bellezas naturales incomparables.
Para el caso, el Parque Nacional Celaque es, además del punto más alto de Honduras con sus 2.849 metros sobre el nivel del mar, el lugar perfecto para oxigenar los pulmones y convivir con la naturaleza en su máxima expresión.
Quienes han tenido el coraje de llegar a la cima dicen que la experiencia casi es comparable a disfrutar de un paseo por las nubes y califican la actividad como excepcional en todo sentido.
“Es impresionante. Se requiere de casi un día para llegar a la cima, pero vale el esfuerzo; el amanecer no tiene comparación allá arriba”, dijo el gobernador de Lempira, Wilson Pineda, quien ya hizo el ascenso una vez.
Pero en Celaque hay otras diversiones para disfrutar si el físico no permite un ascenso hasta la cima, porque sus senderos y el rocódromo son sólo dos de las innumerables actividades que esperan por los hondureños durante todo el año, no únicamente en Semana Santa.
El verde de la naturaleza y el viento fresco a todas horas del día también invitan a quedarse por allí durante horas sin que importe el paso del tiempo, y hay una poderosa razón: la quietud natural envuelve a los visitantes con una paz que casi se puede palpar.
Liccy Clavel Moreno es una señora originaria de Puerto Rico, casada con un oriundo de Gracias, y mientras hacía un descenso por la carretera que lleva hacia la entrada del Parque Nacional y al Centro de Visitantes, calificó esta zona de reserva “como un lugar donde se puede escuchar a Dios. Todo lo que se respira aquí es maravilloso”.
El representante de la Cámara de Turismo de Gracias, Ángel Herrera, enfatizó que el Parque Nacional Celaque “ha retomado su papel de atractivo turístico de la región de occidente y hoy es uno de los fuertes puntos de diversión y turismo”.
Pero Herrera traduce su criterio anterior en palabras más simples: “Desde que llegas al parque te das cuenta de lo primordial que es tener contacto con la naturaleza. Aquí uno se olvida del estrés y se respira aire puro, es indescriptible”.
A Celaque le han acondicionado los senderos, cuenta con un buen número de guías certificados y los precios son como para pensar en volver una y otra vez.
El ingreso al parque es casi un pago simbólico para todo lo que se vive, y la remuneración a un guía contribuye para sostener a familias que dependen de esos pequeños aportes económicos.
La ciudad de Gracias cuenta con un protocolo de bioseguridad que es considerado el mejor concebido para la reapertura económica y se ha extendido hasta el mismo parque, buscando hacer la experiencia más agradable y segura en términos de salud.
Si al recorrido bajo esos protocolos de bioseguridad agregas la cascada Santa Lucía, que en algunos momentos del año se puede observar desde la misma Gracias, y el hecho de poder caminar entre uno de los bosques nublados más extensos de Honduras, con facilidades de senderos y campamentos, en algún momento puedes sentirte más que satisfecho.
Otro de los atractivos de Celaque es que incluso en las caminatas o actividades de senderismo es fácil divisar una amplia gama de especies de aves de gran interés, por lo que el aviturismo se puede practicar con una facilidad impresionante.
En los alrededores de Celaque vive una gran cantidad de pobladores de origen lenca, los que con sus costumbres permiten disfrutar de una cultura viva en su máximo esplendor.
A la calidad del aire y la paz que se respiran también le puedes agregar que entre las especies animales que habitan el parque se encuentran el jaguar, el ocelote y el pizote, además de una inmensa variedad de aves: pájaros carpinteros, pericos o tucanes, y especies en peligro de extinción como el quetzal, el tapir y los venados de cola blanca.
Indira Hércules, propietaria del Hotel Villa de Ada, en Gracias, pone a Celaque “como uno de los puntos más atractivos. La mayoría de turistas que vienen siempre piden conocerlo porque es casi el referente de occidente”.
César Moreno, esposo de Liccy Clavel, resumió su criterio en pocas palabras: “Es un lugar donde se puede meditar y escuchar a Dios; es un lugar natural precioso, como todo nuestro país”.
Y mientras muchos de los lugareños se deshacen en elogios hablando del gigante de Honduras, con seguridad se puede afirmar que, en efecto, Celaque es casi un paseo por las nubes.
En Gracias, a unos cuatro kilómetros en la carretera que conduce a La Esperanza, se encuentran las Aguas Termales Presidente, otro de los tesoros turísticos que tiene la ciudad.
El precio es bajo, en comparación con los beneficios que se reciben, porque hay quienes aseguran que las aguas termales ayudan ante los problemas reumáticos crónicos; otros dicen que les sirven para la gota y la diabetes, y también unos terceros que las recomiendan para curar neuro-parálisis, ya sea central o periférica.
Pero en esas aguas hay más que ese beneficio.
El hecho de permanecer en el agua tibia o caliente, por algunos minutos, produce un estado de relajamiento intenso.
Una señora que prefirió el anonimato se metió bajo un pequeño puente que ha sido instalado para trasladarse entre una pila y otra, y luego salió con una mascarilla de azufre en el rostro, lo que, aseguró, le limpia los barros y espinillas, y rejuvenece la cara si se aplica con algunas gotas de aceite de oliva.
A causa de la pandemia, sin embargo, se ha limitado el uso de las pilas a determinado número de personas y a la realización de una cita previa, mediante la aplicación Whatsapp al 9800-1687.
El uso puede abarcar un lapso de hasta tres horas y con precios por personas que van desde los 40 hasta los 60 lempiras.
El acceso es sumamente cómodo por una carretera de concreto hidráulico, a una distancia de dos kilómetros, y los usuarios consideran la experiencia como revitalizadora.