En noviembre de 2020 Honduras vivió la tragedia climática más grande desde el paso del huracán Mitch, los embates Eta e Iota afectaron a casi 4 millones de personas y el costo total de los daños ha sido de aproximadamente 52,099 millones de lempiras, según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
De acuerdo con este organismo de las Naciones Unidas, los daños representaron el 44% de la afectación, las pérdidas 52% y los costos adicionales 4% y los efectos totales que tuvo el desastre en el sector público fueron de aproximadamente 9,049 millones.
Se estima que la población afectada primaria es de aproximadamente 437 mil personas que fueron evacuadas, con un reporte de 95 decesos, sin embargo, en términos generales, según el Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) 3,907,229 personas fueron afectadas de una u otra forma a causa de Eta e Iota.
Un año después de la tragedia, el país no se recupera, y las secuelas de estos fenómenos naturales se han hecho notar, pues de acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos, Eta e Iota, sumado a la pandemia y a los efectos de la sequía, han acentuado la crisis por acceso alimento.
Según este organismo, la situación de inseguridad alimentaria en Honduras casi se ha duplicado, pasando de 1,8 millones de personas previo a la pandemia y los huracanes, a 3,3 millones en la actualidad, y advierten que podría aumentar a 4,4 millones al cierre de 2021.
De igual forma, el Boletín Económico N°15 de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) indica que la tasa de pobreza de los hogares hondureños reportó un incremento sin precedentes al pasar de 59.3 de los hogares pobres en el 2019 a una estimación aproximada del 70% en el 2020.
El boletín sostiene que la pobreza se ha acentuado por el incremento de la pobreza coyuntural, especialmente la generada por los fenómenos naturales.
Por otra parte, aún hay familias que continúan sin tener donde vivir, como el caso del ciudadano Nelson Gutiérrez, propietario de una de las 92,646 casas dañadas por los fenómenos naturales, que expresa lo difícil que ha sido encontrar empleo para reconstruir su vivienda.
Por tal motivo, Gutiérrez se ha refugiado en un edificio de condominios abandonados, con la esperanza de obtener ayuda para reconstruir su casa ubicada en Brisas del Aeropuerto, San Pedro Sula.
Nubia López, también afectada por los huracanes, recientemente inició la reconstrucción de su vivienda en el mismo lugar de donde un año atrás tuvo que salir huyendo para resguardar su vida, pues no tiene otra opción más que volver ahí, y expresó que cuando llueve el temor porque se repita la tragedia de noviembre es latente.
Asimismo, en la colonia Céleo González, según reportó un medio de comunicación internacional, aún se registran 400 casas deshabitadas debido a los daños que presentan, esto a pesar de que, en febrero de 2021, el gobierno de la República informó de una tercera entrega de paquetes de ayuda humanitaria a 450 familias afectadas, de las cuales, aseguró que 60 familias habían regresado a sus hogares.
En consecuencia, el subcomisionado del Comisión Permanente de Contingencias, Oscar Mencía, aseguró que continuarán con la entrega de los bonos y demás proyectos que fueron aprobados para apalear las necesidades diarias de los damnificados por el Eta e Iota y amplió que se están construyendo más de 1,000 viviendas en distintas zonas del país.
La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) señala que el daño duradero de Eta e Iota sirve como el más reciente ejemplo de los efectos desastrosos del cambio climático en una de las regiones más pobres y vulnerables del mundo.
De igual forma, el Banco Mundial en uno de sus informes indica que hasta 17 millones de habitantes en América Latina corren el riesgo de ser desplazados por los efectos del cambio climático en 2050.