Por: Galel Cárdenas
Los medios de comunicación son propiedad de la burguesía bipartidista (Ferrari, Canahuati, Flores Facussé y Rosenthal) quienes fueron protagonistas del golpe de Estado de 2009 y socios cómplices la dictadura narco política, económica y financiera. No solamente esto, sino además coparon gremios como el colegio de los periodistas, de los abogados, de los ingenieros, de los médicos.
Al salir derrotado el narco dictador en 2021 y ser extraditado, enjuiciado y condenado, las fuerzas conservadoras y reaccionarias se han conjuntado en un frente político encabezado por el Bloque Opositor Ciudadano constituido por el PN, PL y PSH.
No solo eso, sino que el frente opositor mediático constituido por la parafernalia de la tv, radio y prensa gráfica, avalados por el colegio de periodistas, se han dedicado a la tarea de atacar inmisericordemente al gobierno y los tres poderes del Estado, el judicial, el legislativo y el ejecutivo.
La condena de JOH en Nueva York en vez de amilanarlos, se han envalentonado y no piden perdón, si no que sus ataques arrecian indiscriminadamente a troche y moche.
Y el cinismo de la dictadura lo han convertido en su principal arma política, misma que acompañan con desfachatez, descaro y soberbia.
Ejemplo de eso son las asquerosas declaraciones de la cúpula tanto nacionalista, liberal y de los salvadores partidarios nasrralistas, todos ellos en coro agrediendo al gobierno del socialismo democrático.
Otra prueba de cinismo y descaro es que Ana García, esposa del narco presidente condenado a fuerte carcel de por vida, acusada de corrupción durante su papel de primera dama, se haya lanzado en una precandidatura que tiene olor de cocaína y sabor de sangre martirizada.
Pero, Xiomara Castro ha sido contundente al salir al paso a los alegres delincuentes, y ya planteado que la CSJ como el MP ejerzan sus funciones implacablemente a los cómplices, socios y discípulos del crimen organizado.
Lo ha exigido como una necesidad moral del pueblo hondureño en resistencia, como un acto de justicia y esencialmente como una acción de un Estado de derecho que aplica sus leyes y su Constitución que combaten el crimen y su impudicia deleznable, pues se debe recordar que es prohibido olvidar que somos resistencia.