Neymar recogió el balón en la zona de tres cuartos y se marcó un zigzag marca de la casa, egoísta con Digne porque no le cedió el esférico sino que trató de acompañarlo con varios quiebros que sacudieron y desequilibraron a la zaga rival.
Le sisó el Villarreal la pelota pero, rebelde y ambicioso como es, decidió que ese balón era suyo. Lo recuperó para dárselo a Busquets, que lo prolongó hacia Messi para que definiera desde fuera del área con ayuda de Musacchio porque desvió el cuero a contrapié del portero y a la red.
La jugada ocurrió justo antes del entreacto —al Villarreal no le dio tiempo a poner de nuevo en juego la pelota—, era el 2-1 y explicó el encuentro porque el Barça no corría ni hacía correr al balón, pero sí que tenía a Neymar predispuesto a agitar un duelo de bostezos, la nota discordante que acabó por contagiar al tridente.
La delantera del Barça se bastó para noquear al Villarreal, demasiado apocado en el Camp Nou. Firmó dos goles Messi, que ya contabiliza 51 esta temporada, otro Luis Suárez y uno más Neymar. “Su gol, en el último minuto de la primera parte, les pudo afectar”, concedió Piqué; “pero hemos hecho un gran partido ante un rival que encaja pocos goles y nosotros le hemos metido cuatro”.
Opinión
Opinó Luis Enrique: “Teníamos que ser precisos en ataque y minimizar las pérdidas en el carril central para que no pudieran conectar con sus dos puntas. Y solo nos han superado en un par de ocasiones. Ha sido un partido muy completo porque marcarle cuatro goles a este rival indica lo bien que lo hemos hecho”.
Todos fueron del tridente, que por tercera temporada consecutiva suma más de 100 tantos. “Hace años había un crack por equipo. Y cuando se pudo fichar a Neymar, se dijo que dos no era buena señal, que habría tensión”, proclamó Luis Enrique; “y aquí hay tres adelante. Es algo a valorar por los que decidimos que vinieran porque es una delantera referente, seguramente la mejor del mundo. Así que a disfrutarla”. Digne fue más allá: “Las estadísticas hablan por sí solas, es el mejor ataque del mundo y todos los saben”.
Neymar es el fútbol de la calle, ese que no necesita más que dos piedras y una pelota para divertirse, que festeja los driblings y caños como goles, que se describe con ataques antes que con defensas. “Es un jugador de características excepcionales, mágico. Aunque estamos en tiempos donde la magia penaliza, donde está más bien visto dar un palo que dar espectáculo. Pero creo que Ney hace mucho bien al fútbol”, le piropeó Piqué.
Regates
“Es un fenómeno”, agregó Umtiti. “El tiempo dirá si marca una época”, intercedió Luis Enrique; “pero su interpretación es diferente a todos los futbolistas brasileños. Entiende el fútbol como Marte, hace regates inverosímiles a tal velocidad que no se ven… Cualquier aficionado al fútbol ha de valorar lo que hace porque muchas veces se parece al ballet o algo excepcional antes que un regate de fútbol. Es bonito efectivo y espectacular”.
El 11 quería vencer a toda costa. No quería volver a desparramar lágrimas de cocodrilo en el césped como hizo tras caer ante la Juve en la Champions. Esta vez, Neymar se marcó una celebración con pasos de samba, gesto surfero y dedicación a Carles Naval, que cumplía 30 años como delegado del equipo. Fue para festejar su gol; el que impulsó Luis Suárez por la derecha, que aceleró Messi con un disparo desde el segundo palo y que aprovechó Neymar tras coger el rechazo. Nada raro si se atiende a sus estadísticas ante el conjunto amarillo: nueve tantos en nueve partidos. Después, le siguió el tridente, que se repartió el triunfo.
Pero la gloria fue de Neymar, que aún descorchó algún que otro “¡oooohhhh!” colectivo, signo de exclamación y asombro por ser un trilero con la pelota entre los pies, ahora te la enseño, la escondo y me la llevo por el lado contrario que indica la cadera. Un recital de regates que aderezó con una última jugada de frac sobre la línea de fondo que acabó en penalti por manos. Messi lo transformó a lo Panenka. Pero las mejores notas de rock & roll en un duelo con más goles que juego fueron de Neymar, un futbolista de la Escuela Calle que juega para divertirse y ganar.
Fuente: El País