EEUU y México han deportado a 2.190 niños hondureños este 2020

Atienden a niños migrantes retornados a Honduras

Expertos en piscología aseguran que los niños y niñas que son expuestos a la ruta migratoria, además de enfrentar peligros que atentan contra su integridad física, sufren traumas psicológicos, por lo que los menores retornados están siendo atendidos por especialistas de la Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf).

La titular del Dinaf, Lolis María Salas Montes, informó que, según estadísticas del Sistema Nacional de Control Biométrico Migratorio de Honduras, al 22 de noviembre de este año 3.129 menores de edad que participaban en la caravana migrante retornaron al país, de los cuales 1.739 son niños y niñas atendidos por la institución desde el Centro Belén, de San Pedro Sula.

Desde el 13 de octubre, cuando se inició la movilización atípica, la Dinaf mantiene presencia en los puntos fronterizos de Agua Caliente (Ocotepeque), El Florido (Copán) y Corinto (Cortés), donde realiza un trabajo de 24 horas en coordinación permanente con diferentes instancias estatales coordinadas por la Fuerza de Tarea de Atención al Migrante, que encabeza la primera dama, Ana García de Hernández, explicó Salas.

Detalló que la atención que se brinda a los niños, niñas y adolescentes, en el marco del interés superior, garantiza la participación de personal especializado en las áreas de psicología, trabajo social y derecho, para poder aplicar la medida correspondiente a cada caso en particular.

Asimismo, reafirmó el llamado del Gobierno hondureño a no exponer la vida de los menores a los riesgos de la ruta migratoria, donde, además de poner en peligro su integridad física y emocional, son expuestos a situaciones de secuestro, trata o explotación sexual, entre otras, cuya responsabilidad recae en primera instancia sobre los padres y madres de familia como principales garantes de su protección integral.

Secuelas psicológicas

A criterio de la especialista en psicología de la Dinaf, Ninoska Alfaro, la migración es un cambio vital, un acontecimiento de vida que, así como provoca consecuencias físicas, también genera secuelas psicológicas, que pueden presentarse de dos formas.

Una de esas formas son las dificultades que aparecen bajo la vulnerabilidad situacional, es decir, las circunstancias a las que los menores se enfrentan durante la ruta migratoria, como la delincuencia, el frío, el hambre y las condiciones ambientales, entre otras.

Otro factor que enfrentan es la vulnerabilidad individual, que hace más terrible física y emocionalmente la ruta o el tránsito que enfrentan las y los infantes a través de la migración irregular, explicó la psicóloga.

“La migración irregular pude generar en la niñez y la adolescencia sentimientos de aislamiento, tristeza, insomnio, variaciones en el sistema neuro vegetativo, como palpitaciones fuertes, sudoración, estrés, ansiedad, temor, temblores, terrores nocturnos, pérdida de peso”, manifestó.

Además, la migración irregular, debido a la exposición prolongada, expone a la infancia a un síndrome o posible trastorno, como el Síndrome de Ulises o Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico, al enfrentar factores que generan estrés, entre ellos la lucha por la sobrevivencia o por la alimentación, el sentimiento de soledad o en aquellos casos cuando los padres y madres obligan a los niños, niñas y adolescentes a tomar la ruta migratoria.

“La migración irregular conlleva a una fragmentación de la vida familiar, produce regresiones en los procesos madurativos de los niños, niñas y adolescentes, por la exposición a ciertos grados de estrés durante una ruta migratoria”, expresó Alfaro.

A esto se le suma el Modelo de los Siete Duelos, el cual se produce cuando un niño, niña o adolescente en primer lugar pierde contacto con sus familiares, seguido de la pérdida de la lengua materna, ya que al ingresar a un país distinto al de su origen se genera un cambio de idioma.

También se produce el duelo de la pérdida cultural, de la pérdida de la tierra, del contacto étnico o de origen, del estatus social, y el séptimo duelo que se produce por la existencia de riesgos físicos.

Tal es el caso un adolescente de 16 años que regreso al país mediante el Plan Retorno Seguro, coordinado por los gobiernos de Honduras, México y Guatemala, luego de ser expuesto a un consumo desmedido de estupefacientes, lo que le provoco la pérdida casi total de sus habilidades para poder comunicarse.

“Pablito” regresó en un estado de shock, con un desajuste emocional, todo ello debido a que fue sometido y expuesto a altísimos niveles de ansiedad durante el viaje; ahora se encuentra en proceso de recuperación junto a su familia y bajo seguimiento por parte del Estado, señaló personal de la Dinaf.

La jefa del Programa de Migración y Restitución Internacional de Niños, Niñas y Adolescentes de la Dinaf, Rosa Estrada, indicó que hay padres que viajan a Estados Unidos “porque se les vende la idea de que si viaja con un niño, niña o adolescente cuentan con la ‘garantía’ de que se les asegure un proceso migratorio más efectivo que les permita la estadía en dicho país, utilizando la niñez como escudo fronterizo para satisfacer intereses personales, sin importar que sean objeto de múltiples vulneraciones”.

Estrada acotó que han tenido conocimiento de casos en que el padre ha utilizado a su hijo o hija como “escudo fronterizo” para llegar a los Estados Unidos, y que una vez en ese país llegan a pagar hasta 3.000 dólares para retornar al niño o niña a Honduras con una persona extraña a él o ella.

Agregó que “los familiares son los que más utilizan a los niños, niñas y adolescentes como ‘garantía’ para llegar al país del Norte”.

Sin embargo, esta es una falsa percepción, ya que con las actuales leyes de asilo estadounidense las únicas causas para ser considerado para refugio son persecución por raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social en particular u opinión política, a la vez que se desestiman solicitudes de asilo por violencia doméstica o de pandillas.

De la misma manera las leyes estadounidenses establecen que aquellas personas que buscan cruzar de manera irregular entre puertos de entrada dejarán de ser elegibles para la figura de asilo y podrían enfrentar largos períodos de espera, que inclusive puede ser de varios meses.

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