Bélgica se quedó con el primer puesto del Grupo G, relegando a Inglaterra -campeón del mundo en 1966- al segundo puesto. Luego dejó en el camino Japón -en octavos- y el pasado viernessorprendió al mundo al eliminar a Brasil, el país más ganador del planeta.
Los Diablos Rojos cuentan con un plantel joven plagado de talento, pero este presente no es casualidad. Los europeos decidieron cambiar a tiempo y apostar por un proyecto a largo plazo, que hoy da sus frutos y se convirtió en la envidia de las demás selecciones.
Todo comenzó en la Eurocopa 2000, certamen que organizaron junto a Holanda. Necesitaban solamente empatar ante Turquía para avanzar de ronda, pero quedaron eliminados a manos de Hakan Sukur y compañía al caer por 2 a 0.
En las tribunas del King Baudouin Stadium de Bruselas se encontraba Michael Sablon, uno de los principales protagonistas de esta historia. El ex segundo entrenador de Guy Thys durante los mundiales de 1986, 1990 y 1994 se sentó en su escritorio, y con la ayuda del Instituto de Control de Movimiento y Neuroplasticidad, llamó a todos los clubes para obtener imágenes del fútbol base.
Tras analizar más de 1500 horas de partidos juveniles, llegó a la conclusión de que los niños tocaban pocas veces la pelota por partido. Al ver los errores y problemas del sistema que por ese entonces prevalecía, decidió propulsar tres cambios fundamentales (que influyeron directamente en los clubes, selecciones nacionales -exceptuando la mayor- y las escuelas deportivas.
LOS TRES CAMBIOS FUNDAMENTALES DEL PROYECTO:
- Todos los equipos que superaran la categoría cadete (entre 14 y 15 años) debían utilizar el sistema táctico 4-3-3 como base.
- Las categorías alevín (entre 10 y 11) e infantil (12 y 13) cambiaría radicalmente su reglamento, intentando potenciar la capacidad técnica de los jóvenes. En la primera, los partidos enfrentarían a equipos de cinco jugadores, mientras que en la siguiente serían de 7 vs 7.
- Se instó a las instituciones a aceptar dentro de sus filas a los hijos de extranjeros. Sablon buscó que “los niños de la calle” fueran integrados a la sociedad mediante un programa que tenía al fútbol como epicentro. Hasta antes de este proyecto, muy pocos futbolistas con orígenes en otras naciones habían logrado llegar a la Selección.
La Real Federación Belga de Fútbol y el Estado invirtieron dinero, como así también los clubes. Standard Lieja puso 18 millones de euros en la creación de su academia. ¿Montos elevados? Para ellos, no lo fueron. Este último club simplemente recuperó ese monto con la venta de Marouane Fellaini al Everton en 19 millones de euros en 2008.
Dentro de este plan de refundación también hubo un “arma de doble filo”. Sablon pidió que todo “talento” que se destaque debía subir a la categoría siguiente, con la intención de potenciar sus cualidades. Sin embargo, en algunos casos producía el efecto contrario. Debido a esta indicación, varios de los futbolistas del actual plantel de los Diablos Rojos llegaron de manera temprana a la mayor.
El otro conflicto que tuvo que sortear Bélgica fue convertirse en “exportador”. Ligas como la holandesa, francesa e inglesa comenzaron a notar el potencial de estos jóvenes y rápidamente los sacaron de sus clubes. Eden Hazard llegó al Lille con 14 años y Jan Vertonghen fue al Ajax con 16, por ejemplo.
Bélgica pasó a tener un equipo plagado de jóvenes talentos, pero inexpertos y con una amplia diversidad de orígenes. En la actualidad, por nombrar simplemente algunos casos, se encuentran Lukaku y Kompany (Congo), Fellaini y Chadli (Marruecos) y Carrasco (sangre portuguesa-española).
Georges Leekens nunca encontró la manera de unir todas las piezas y no logró clasificar al equipo al Mundial de Sudáfrica 2010 y a la Eurocopa de 2012. Fue el momento de realizar un golpe de timón y apostar por Marc Wilmots. Él fue un motivador nato para el grupo, logró eliminar las barreras del idioma y transmitirles su ambición y lucha.
Bajo su tutela, los Diablos Rojos mejoraron -en lo que a resultados se refiere- al llegar a cuartos de final en Brasil 2014 -lo eliminó Argentina- y a la misma instancia en la Eurocopa de 2016. Incluso llevó a su selección a adueñarse del número uno del ranking FIFA por primera vez en su historia.
Aunque las estadísticas mejoraron, el nivel mostrado dentro del campo no era el pretendido por la Federación, quienes decidieron apostar por el español Roberto Martínez. “Mentalidad ganadora, disciplina, intensidad sin balón”, son los conceptos -según el propio entrenador- que pregona e inculca en este equipo.
Junto a él llegó otra pieza importante: Thierry Henry. El campeón del mundo con Francia en 1998, además de aportar su experiencia, ayudó a que Romelu Lukaku se convierta en un “depredador” dentro del área. Antes de su arribo, el actual delantero del Manchester United llevaba convertidos 17 tantos en 51 partidos, mientras que ahora ostenta 23 en 22 juegos.
Este ambicioso plan también tuvo un gran impacto social, ya que logró unir al pueblo belga (dentro de este territorios se habla flamenco, francófono y alemán), que se identifiquen con este plantel. Para celebrar estas victorias, en los distintos barrios del país optaron por un solo lema, y en inglés: “We are Belgium” (Nosotros somos Bélgica).
Aunque no logre coronarse en Rusia 2018, el “Proyecto Bélgica” puede decirse que ha sido un éxito, ya que logró insertar nuevamente a los Diablos Rojos en los primeros planos del mundo del fútbol, con futbolistas con un talento descomunal como Thibaut Courtois, Toby Alderweireld,Vincent Kompany, Kevin De Bruyne, Eden Hazard y Romelu Lukaku.
La Selección de Bélgica no se encuentra de casualidad en semifinales, y el próximo -desde las 15, en San Petersburgo- buscará seguir agigantando su historia.
Una de las selecciones mejor cotizadas
La actual generación de jugadores belgas que están haciendo historia con su selección en Rusia 2018 no sólo es, quizás, una de las mejores de su historia, sino también una de las más caras del mundo, con un valor estimado en 642 millones de euros.
A la cabeza en la tabla de valores se ubican los talentosos Eden Hazard y Kevin De Bruyne, de Chelsea y Manchester City respectivamente. Mientras que el valor del primero se estima en 110 millones de euros, el del último se ubica cuarente millones por encima de aquél. Ambos son seguidos muy de cerca por el imponente delantero de Manchester United Romelu Lukaku, con 90 millones. Un poco por detrás se ubica el arquero Thibaut Courtois, quien fuera quizás la principal figura de la victoria sobre Brasil en cuartos de final del Mundial, con 60 millones.
Si algo quedará claro en esta Copa del Mundo es que el fútbol de Bélgica domina y no sólo en el césped, sino también en los mercados.
Valores de mercado de los principales jugadores, en euros:
Thibaut Courtois: 60 millones
Toby Alderweireld: 40 millones
Vincent Kompany: 10 millones
Jan Verthongen: 32 millones
Thomas Meunier: 15 millones
Nacer Chadli: 10 millones
Axel Witsel: 18 millones
Marouane Fellaini: 12 millones
Eden Hazard: 110 millones
Kevin De Bruyne: 150 millones
Romelu Lukaku: 90 millones
Michy Batshuayi: 40 millones
Dries Mertens: 30 millones
Yannick Carrasco: 25 millones
VÍA: DIARIO DE CUYO