Los sobrinos de Cilia Flores, esposa del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, recibieron sentencia en una corte federal de Manhattan. Los sentenciaron a a 18 años de cárcel (216 meses de prisión).
Ambos habían sido declarados culpables en noviembre de 2016 por conspirar para enviar 5 kilos de cocaína a Estados Unidos.
Los dos fueron detenidos en Puerto Príncipe (Haití) el 10 de noviembre de 2015 por agentes encubiertos de la DEA, la agencia antidrogas estadounidense, y trasladados a Nueva York, donde han permanecido casi un año en prisión.
Los sobrinos viajaron a Haití en un jet privado y en el momento de ser capturados ambos tenían pasaportes diplomáticos.
En julio de 2016 se conoció un documento del fiscal del Distrito Sur de Nueva York, Preet Bharara, en el que se afirmaba que ambos admitieron haber negociado con las FARC para traficar cocaína en noviembre del 2015, desde Venezuela hacia Honduras, de donde saldría a territorio estadounidense.
“Durante el vuelo de Haití a Estados Unidos, los acusados confesaron, sin coerción, su participación en el cargo de conspirar para importar cocaína”, se lee en ese documento judicial.
La fiscalía de la corte federal del Distrito Sur de Nueva York alegaba que en octubre del 2015 ambos participaron en reuniones secretas en Venezuela, relacionadas con el envío de un cargamento de coca a Estados Unidos a través de Honduras.
Según los fiscales, para sustentar sus argumentos se basó en un grueso expediente que incluye grabaciones y comunicaciones electrónicas.
El 17 de diciembre de 2015, los dos se declararon inocentes ante el juez del caso, Paul Crotty.
Las audiencias del caso fueron pospuestas varias veces pues, a mediados de 2016, la defensa de los primos Flores pasó de defensores públicos a un bufete de abogados privado, tras reconocer la existencia de un conflicto de intereses entre ellos y los acusados por el pago realizado a los abogados por parte de una tercera persona.
Los argumentos de la fiscalía
En el juicio se escuchó a 14 testigos, incluyendo agentes de la DEA, informantes contratados por la agencia, un miembro de la fuerza antinarcóticos de Haití, analistas de datos y traductores, entre otros.
La fiscalía utilizó los testimonios, además de una serie de evidencias, para convencer al jurado de que los acusados eran culpables. La evidencia incluía fotos, videos y mensajes de los teléfonos de los acusados, además de audios y videos obtenidos por informantes de la DEA que usaron dispositivos de grabación ocultos.
La defensa intentó poner en duda tanto en el peso de la evidencia como la credibilidad de los testigos a lo largo del juicio. De hecho, dos de los testigos acudieron a la corte usaron uniformes de prisión pues han sido condenados por crímenes de tráfico de droga: uno es un exinformante de la DEA quien realizó acuerdos de tráfico de droga a espaldas de la agencia, y el otro es un controlador de tráfico aéreo hondureño quien facilitó envíos de droga en el aeropuerto de Roatán.
Algunas de las pruebas más convincentes fueron un video de una reunión en Honduras, en el que aparecen dos informantes de la DEA y Flores de Freitas y se les escucha planeando la logística de un vuelo desde el hangar presidencial del aeropuerto de Caracas a Roatán, Honduras, en un avión privado lleno de cocaína.
Aunque ese vuelo de hecho nunca ocurrió, el cargo por el que se les acusó es conspiración para traficar cinco o más kilogramos de cocaína a Estados Unidos, lo que significa que los sobrinos de hecho no cometieron el acto para ser acusados con el crimen.
Desde que fueron detenidos, la primera dama de Venezuela ha insistido en que la DEA secuestró a sus familiares y se ha mostrado confiada en que “todo se aclarará”. Maduro ha guardado silencio al respecto.
(Fuente: CNN)