Estados Unidos anunció su retiro de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).
La medida, que fue comunicada este jueves a la directora general de la organización, Irinia Bukova, se hará efectiva a partir del 31 de diciembre.
“Esta decisión no se tomó a la ligera y refleja la creciente preocupación de EE.UU. con la deuda creciente con Unesco, la necesidad de una reforma fundamental de la organización y el continuado sesgo anti Israel en Unesco”, informó el Departamento de Estado en un comunicado.
EE.UU., sin embargo, también dijo que su intención es establecerse como “observador permanente” del organismo para “contribuir con las opiniones, perspectivas y conocimiento estadounidense”.
Bukova, por su parte, lamentó “profundamente” la decisión de Washington, la que calificó como una pérdida para el multilateralismo y para la familia de Naciones Unidas.
“La universalidad es esencial para la misión de la Unesco y para construir la paz y la seguridad internacional frente al odio y la violencia, para la defensa de los derechos humanos y de la dignidad humana”.
Viejas diferencias
Estados Unidos ya se había retirado de la organización el 31 de diciembre de 1984, bajo el gobierno de Ronald Reagan, y solamente se reincorporó en 2003, 19 años más tarde.
Y ya antes, en 1974, había suspendido temporalmente sus contribuciones financieras al organismo en represalia por su reconocimiento de la Organización para Liberación de Palestina y sus condenas al estado de Israel.
La denuncia estadounidense de la naturaleza burocrática del organismo y sus demandas de reforma también datan de esa época.
Pero, en su momento, el gobierno de Reagan justificó su decisión sobre todo por “la politización externa fuera de las atribuciones (del organismo)” así como “la hostilidad endémica hacia las instituciones de base de una sociedad libre; en particular, una prensa libre, mercados libres y por encima de todo, los derechos del individuo”.
Una crítica, esta última, interpretaron por muchos como una reacción al famoso Informe McBride, comisionado por la organización, y su consiguiente llamado al establecimiento de un Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación, NOMIC.
“Los países que sostienen el NOMIC desean encontrar una alternativa a lo que perciben como una dominación occidental en materia de información y una visión parcial en los medios de comunicación occidentales”, explica la socióloga francesa Divina Frau-Meigs en un ensayo sobre tema.
“Sus detractores, con los estadounidenses y los ingleses a la cabeza, consideran que este nuevo orden trata de establecer un control de la prensa y de la libertad de expresión por los gobiernos, que refleja las visiones soviéticas y restringe la libertad de los individuos”, agrega ahí.
“Contra Israel”
EE.UU. eventualmente regresaría a su silla en la Unesco en octubre de 2003, según Frau-Meigs en parte porque la agencia “aparece como uno de los lugares estratégicos para combatir la intolerancia y el terrorismo de origen islámico” luego de los ataques de 11 de septiembre.
Aunque, como explica la socióloga francesa en “El retorno de los Estados Unidos al seno de la Unesco”, la decisión se presenta “principalmente, como algo natural, ya que la Unesco parece haber conseguido su reestructuración de acuerdo con las exigencias estadounidenses”
El descontento de Washington con la actitud de la organización ante el conflicto palestino-israelí, sin embargo, continúa.
En octubre de 2012, la Unesco aprueba la adhesión de Palestina como miembro de pleno derecho, en contra de la opinión de EE.UU., que una vez más decide suspender sus contribuciones al organismo.
Y eso obliga a la agencia, que tiene su sede en París, a retirarle el derecho de voto a EE.UU. en octubre de 2014.
De la misma manera, en octubre del año pasado una resolución de la Unesco que es interpretada por Israel como un ataque en su contra también genera una condena de Estados Unidos.
Y la misma es un buen ejemplo de lo que Washington considera “el sesgo anti Israel” de la agencia de Naciones Unidas.
La resolución en cuestión, propuesta por Palestina, se refiere al célebre Monte del Templo de Jerusalén sólo por su nombre musulmán, por lo que es acusada de ignorar los vínculos del judaísmo con la Explanada de las Mezquitas.
Y también critica las acciones de Israel en los lugares sagrados de Jerusalén y en la ocupada Cisjordania, como el uso de fuerza, imposición de restricciones a los fieles musulmanes y a los trabajos arqueológicos.
“La lógica de Trump”
Para algunos, sin embargo, la decisión anunciada este jueves por Washington simplemente confirma el rechazo al multilateralismo de la actual administración estadounidense.
Y, desde esa perspectiva, el presidente estadounidense Donald Trump –muy crítico de toda la Organización de Naciones Unidas durante su campaña electoral- nada más estaría empezando a cortar por lo más fácil.
Así, mientras el vocero del Kremlin Dmitry Peskov calificó la decisión de “noticia triste”, una funcionaria del ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia dijo que Unesco “no perdía nada” con la decisión.
“Refleja la lógica de Trump”, fue la lectura de Eleonora Mitrofanova, según declaraciones recogidas por la agencia RIA Novosti.
(Fuente: BBC Mundo)